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10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental

La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental

Este 10 de octubre, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan.

Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescentes, la depresión ocupa el tercer lugar. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años.

El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. Otro problema son los trastornos alimentarios.

La OMS advierte que es precisamente en la etapa de la adolescencia y los primeros años de la edad adulta, cuando los individuos enfrentan muchos cambios, en el ámbito escolar, familiar y laboral, lo que a no pocas personas puede causar estrés y aprensión, que de no atenderse y controlarse adecuadamente, pueden detonar enfermedades mentales.

Señala que el uso cada vez mayor de las tecnologías en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionales, pues cada vez es mayor la conexión a las redes virtuales en cualquier momento del día o la noche.

También hay muchos adolescentes que viven en zonas afectadas por emergencias humanitarias, como conflictos, desastres naturales y epidemias, y los jóvenes que viven estas situaciones son particularmente vulnerables a la angustia y las enfermedades mentales.

El organismo internacional destaca la importancia de la creación de resiliencia mental a edades más tempranas, para poder hacer frente a los retos que plantea el mundo actual.

Asegura además, que cada vez son más numerosas las pruebas de que la promoción y la protección de la salud del adolescente es beneficiosa no solo para la salud a corto y a largo plazo, sino también para la economía y la sociedad, pues adultos jóvenes sanos podrán contribuir mejor a la fuerza laboral, a sus familias y comunidades, y a la sociedad en su conjunto.

La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescentes aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en casa y en la escuela.

En las escuelas y otros entornos comunitarios se puede prestar apoyo psicosocial, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitación de los profesionales sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.

La inversión pública y la participación de los sectores social, de salud y de la educación en programas integrales, integrados y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescentes y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este es el objetivo del Día Mundial de la Salud Mental de este año.

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