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2019 fue un año de marchas de todo tipo, color e intensidad en la CDMX

A lo largo de este primer año de la 4T las hubo de toda clase, con variadas motivaciones: violentas, pacíficas, silenciosas, ruidosas, coloridas

La relación entre la Ciudad de México y las movilizaciones sociales es muy estrecha. Casi no lograría entenderse a esta urbe sin las manifestaciones, las marchas, los plantones.

A lo largo de este año las hubo de toda clase; las motivaciones fueron variadas. Las hubo violentas, pacíficas, silenciosas, ruidosas, coloridas.
Y todo bajo el nuevo signo de la 4T: nada de mano dura policial; que no haya visos de represión.

El 12 de agosto fue el preludio de una serie de movilizaciones contra la violencia hacia las mujeres.

Aquel lunes, cientos de mujeres marcharon para exigir justicia por los casos de violación en los que se había señalado a policías como los presuntos responsables y, en general, para condenar la violencia de género. No nos cuida, nos violan, era el grito al unísono.

Ese mismo día, el entonces secretario de Seguridad Jesús Orta salió de sus oficinas para atender a las manifestantes; entonces vino la diamantina rosa que representaba el hartazgo a la verborrea de siempre. El diálogo se rompió.

Más tarde vino la declaración desafortunada: la jefa de Gobierno calificaba las protestas como un acto de provocación. Así terminaba el lunes.

Llegó el viernes 16 de agosto: los ánimos venían crispados. Ese día tuvo lugar una de las movilizaciones que marcaron este 2019.

El epicentro de la marcha fue la Glorieta de Insurgentes. Alrededor de mil mujeres, vestidas de negro y con el simbólico pañuelo verde, alzaron fuerte la voz, condenaron la indolencia gubernamental y pidieron un alto a la violencia feminicida.

Pero la movilización se vio empañada por un grupúsculo de mujeres que confundió el activismo con el vandalismo.

Después el 26 de septiembre: cinco años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. La manifestación era inminente y además simbólica. Cinco años de memoria y resistencia, era la consigna principal.

Todo comenzó con una misa en el Ángel de la Independencia. La movilización inició de forma pacífica. Avanzaron sobre Paseo de la Reforma con rumbo al Zócalo; y llegaron los inadaptados de siempre.

Se decían anarquistas; todos, encapuchados. Vandalizaron monumentos, edificios y comercios.

A la vuelta de la esquina estaba el 2 de octubre y la conmemoración de los 51 años de la Matanza de Tlatelolco, para la que el gobierno capitalino implementó un dispositivo controvertido y nunca antes visto: el Cinturón de Paz.

Conformado por 12 mil personas, entre funcionarios y voluntarios, que se pusieron una playera blanca y formaron barricadas para disuadir los actos vandálicos.

También fueron desplegados algunos policías. Al final igual hubo algunas agresiones; aunque las autoridades capitalinas calificaron el despliegue como todo un éxito.

El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ellas volvieron a tomar las calles. Apenas cuatro días antes se había la alerta de violencia de género en la Ciudad de México y esa misma tarde, Abril Pérez fue asesinada en el Circuito Interior.

Más de 3 mil mujeres unieron sus voces. Ese día se optó por desplegar sólo mujeres policías para resguardar su paso. También se dieron algunos actos vandálicos.

Pero no así el 29 de noviembre. Ese viernes, la plancha del Zócalo fue el escenario de la consigna, de la danza hecha protesta; miles de mujeres no atendieron la engañifa del vandalismo disfrazado de activismo. El performance Un violador en tu camino cimbró a México.

Así transcurrió este 2019, un año de marchas en marcha.

Con información de Diego Guerrero

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