
Cinco legisladores republicanos bloquearon en comité el plan fiscal de Trump, que contemplaba extender recortes tributarios e imponer un gravamen a remesas
La ambiciosa propuesta económica de Donald Trump sufrió un fuerte revés en la Cámara de Representantes, al no lograr el respaldo necesario en el Comité de Presupuesto. La iniciativa, que buscaba extender recortes tributarios y establecer un impuesto del 5 % sobre las remesas enviadas al extranjero, fue rechazada por 21 votos contra 16. La derrota ocurrió luego de que cinco legisladores republicanos, clave para la mayoría conservadora, votaran en contra del plan.
El proyecto, denominado por el propio Trump como el “Gran y Hermoso Proyecto de Ley”, formaba parte de su estrategia para consolidar una agenda fiscal de corte populista de cara a las elecciones legislativas de 2026. Sin embargo, las diferencias internas en el Partido Republicano —entre moderados y conservadores fiscales— impidieron avanzar en comisiones.
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Entre los votos disidentes se encontraba Chip Roy, quien fue enfático al señalar que el plan no ofrecía soluciones reales al déficit presupuestario. “Estamos emitiendo cheques que no podemos cobrar y nuestros hijos van a pagar las consecuencias”, advirtió. También mencionó que “este proyecto de ley es profundamente insuficiente; no cumple lo que decimos que hace con respecto a los déficits”.
A Roy se unieron Ralph Norman, Josh Brecheen, Andrew Clyde y Lloyd Smucker. Este último modificó su voto en una jugada procedimental que definió el rumbo de la sesión. Los republicanos sólo podían permitirse dos deserciones, y las cinco voluntades en contra sellaron el fracaso de la propuesta.
El plan incluía la ampliación de beneficios fiscales aprobados en 2017, nuevas deducciones para trabajadores que reciben propinas y pagos extra, rebajas a préstamos automotrices para vehículos hechos en Estados Unidos, y mayores apoyos fiscales a adultos mayores y familias con hijos. Uno de los puntos más polémicos fue la creación de un impuesto del 5 % a las remesas enviadas desde Estados Unidos a otros países, principalmente a México y Centroamérica.
Este gravamen fue calificado por la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum como una “injusticia” y un acto “discriminatorio” contra los migrantes, generando tensiones diplomáticas entre ambos países. En cifras, solo en 2024 los migrantes enviaron a México más de 63 mil millones de dólares, por lo que aplicar la tasa del 5 % representaría una recaudación de más de 3 mil millones de dólares.
Mientras tanto, los conservadores exigían mayores recortes al gasto social, incluyendo a Medicaid, así como condiciones laborales más estrictas para quienes reciben apoyo gubernamental. Por su parte, los republicanos moderados pedían aumentar el límite de deducciones de impuestos estatales y locales (conocido como SALT), con el fin de proteger a sus electores en estados con alta carga tributaria. Esta pugna interna hizo inviable avanzar con el texto en su forma original.
“Estoy cansado de humo y espejos”, expresó Ralph Norman, demandando compromisos concretos por escrito para aprobar nuevos recortes. “No necesito pavonearme. Solo pedimos un pequeño acuerdo”, agregó.
Desde Medio Oriente, Trump intervino a través de su red social Truth Social para exigir unidad. “Los republicanos DEBEN UNIRSE tras ‘EL GRAN Y HERMOSO PROYECTO DE LEY’… ¡DEJEN DE HABLAR Y HÁGANLO!”, escribió. Más tarde advirtió que, sin la reforma, “el país sufrirá mucho… con un aumento del 65 % en los impuestos”, responsabilizando a los demócratas del posible escenario.
No obstante, sus llamados no modificaron la correlación de fuerzas. La sesión fue suspendida por el presidente del comité, Jodey Arrington, quien planteó la posibilidad de retomarla el lunes, con modificaciones que permitan desbloquear el estancamiento. La intención de la Casa Blanca era aprobar la ley en el pleno antes del Día de los Caídos y firmarla antes del 4 de julio, como una segunda etapa de la reforma tributaria de 2017. Ese calendario ahora luce comprometido.
El futuro de la iniciativa dependerá de si los líderes republicanos optan por fragmentar el paquete legislativo, eliminando temporalmente los elementos más polémicos —como el impuesto a remesas y los recortes a Medicaid— o si logran un equilibrio entre las demandas de los sectores más conservadores y los moderados.
La derrota no solo representa un tropiezo técnico en el Congreso, sino que también expone las fracturas internas en el partido ante una iniciativa que mezcla política fiscal, programas sociales y asuntos de alto impacto electoral.