
Investigadores en China desarrollaron un sistema que convierte luz infrarroja en imágenes visibles usando materiales ultradelgados, sin cables ni energía externa
La posibilidad de ver en la oscuridad sin depender de gafas voluminosas ni circuitos electrónicos parece cada vez más cercana. Un grupo de científicos ha dado un paso decisivo al crear un sistema que permitiría integrar visión nocturna directamente en lentes de contacto. Este avance fue publicado recientemente en la revista Cell, y propone una tecnología que funciona sin cables, baterías ni fuentes de energía adicionales.
El hallazgo proviene de un equipo de investigadores en China, quienes desarrollaron una película ultrafina construida con materiales bidimensionales, tan delgados como una sola capa de átomos. Esta estructura es capaz de captar luz infrarroja cercana (NIR) y convertirla en luz visible, lo que permitiría a los usuarios ver en la oscuridad de forma natural y continua. Esta conversión se logra únicamente a través de las propiedades ópticas del material, sin componentes electrónicos.
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El principio físico que sustenta este desarrollo se conoce como conversión fotónica ascendente. En este proceso, partículas de luz de baja energía (como las que se encuentran en el espectro infrarrojo) son absorbidas por el material, el cual emite fotones de mayor energía, haciéndolos visibles al ojo humano. Gracias a su arquitectura en capas, semejante a un sistema óptico en miniatura, la película logra esta transformación de manera eficiente y sin requerir metales pesados o dispositivos externos.
A diferencia de las tecnologías actuales como las cámaras térmicas o visores nocturnos militares, este sistema tiene la ventaja de ser compacto, ligero y biocompatible. El objetivo es incorporarlo a lentes de contacto, lo que ampliaría enormemente sus usos, tanto en el ámbito civil como en el científico y médico.
Entre las aplicaciones potenciales se encuentran procedimientos quirúrgicos que requieren visualizar estructuras internas mediante luz infrarroja, operaciones de rescate en ambientes con humo o sin iluminación, vigilancia nocturna en entornos urbanos y domésticos, y asistencia a sistemas de navegación de vehículos autónomos que deben detectar peatones u obstáculos en condiciones de baja luz. También podrían emplearse en investigaciones científicas como la arqueología o el estudio de especies nocturnas. Sin embargo, estos avances también plantean interrogantes en torno a la privacidad y el uso ético de esta tecnología.
Por ahora, los científicos han logrado probar con éxito el mecanismo de conversión lumínica en modelos animales y en experimentos limitados con humanos, proyectando las imágenes sobre superficies sensibles a la luz. Aunque los lentes de contacto aún no han sido fabricados ni probados en usuarios reales, los materiales utilizados ya forman parte de la industria de semiconductores, lo que sugiere que el paso hacia una versión comercial no está lejos.
El reto ahora será lograr la financiación adecuada y cumplir con las regulaciones sanitarias y tecnológicas necesarias para que esta innovadora herramienta llegue al mercado. Mientras tanto, el desarrollo de esta película óptica representa un hito que podría transformar radicalmente nuestra forma de ver… incluso en la oscuridad.