
La fama en redes sociales es el nuevo poder, y el Youtuber más visto del mundo lo demuestra desde Disney hasta Chichén Itzá: su influencia no es económica, es simbólica y se mide en seguidores
En una era donde los gobiernos no siempre logran preservar lo sagrado, lo simbólico o lo exclusivo, un creador de contenido demostró en dos ocasiones que él sí puede hacerlo… o más bien, atravesarlo. MrBeast, el youtuber más grande del mundo, lo dejó claro en dos gestos que pasaron casi desapercibidos en la prensa tradicional, pero que revelan mucho sobre el orden social actual. Primero, accedió a una zona restringida de Chichén Itzá; después, cerró Disney para tener una cena privada con su novia. No es una celebridad tradicional ni un jefe de Estado, no estamos hablando del heredero de una dinastía política o una fortuna económica generacional… es, simplemente, uno de los nombre con mayor peso en redes sociales.
Y ese nombre, tan reconocido por un algoritmo como por una generación entera, abre puertas que el dinero por sí solo no toca. No es que MrBeast haya pagado por entrar al interior de una zona arqueológica protegida; es que su presencia vale más que cualquier boleto. Su presencia vale menciones, atención, visibilidad, es decir, vale impacto digital. Y eso, en 2025, cotiza más alto que el respeto institucional o el acceso regulado.
Chichén Itzá es una de las siete maravillas del mundo, patrimonio de la humanidad, y símbolo de la civilización maya… pero en el momento en que MrBeast entra en la ecuación, ese espacio es un escenario para generar contenido. Lo mismo sucede con Disney. No cualquier persona (ni siquiera con recursos económicos) puede cerrar el parque más famoso del mundo en una fecha operativa.
Entonces, ¿qué significa hoy tener poder? La respuesta parece simple y brutal: quien tenga más nombre. No la mejor hoja de vida, ni el mayor rango público, ni siquiera la chequera más generosa; el poder ahora es simbólico, se mide en alcance digital, y se ejecuta a través de quienes gustan de ser vistos.
Lo que MrBeast representa no es solo entretenimiento, es influencia verdadera, tiene más vistas que muchos medios informativos, más impacto que campañas institucionales, más credibilidad que casi cualquier figura pública. Y con eso, un nuevo orden de acceso.
Hoy, los templos se abren no con llaves, sino con nombres. Y los parques dejan de ser públicos si tu alcance es suficientemente masivo. Porque en este mundo hiperconectado, hay cosas que el dinero no puede comprar… pero la fama sí.
Por: Mariana Primero
@marianaprimero