
Donald Trump pasó de congelar ayudas militares a Ucrania a prometer misiles Patriot y sanciones petroleras a Rusia en un giro que sacude la escena global
En un cambio que sorprendió a diplomáticos y analistas, Donald Trump anunció el envío inmediato de misiles Patriot a Ucrania, así como un flujo constante de armamento estadounidense para reforzar la defensa de Kiev frente a las agresiones rusas. La medida, revelada a mediados de julio junto al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, marca un contraste con las semanas previas, en las que el Pentágono había detenido la entrega de armamento y la Casa Blanca se mostraba reticente a continuar apoyando a Volodímir Zelenski.
Este giro estratégico no fue producto de un impulso aislado. La participación de Rutte, quien elogió el liderazgo de Trump y destacó el aumento del gasto militar de los aliados, fue clave para acercar posturas. El plan presentado a Trump incluía un acuerdo en el que los países europeos financiarían la compra de misiles y equipos fabricados en Estados Unidos para enviarlos a Ucrania. Esta fórmula ofrecía a Washington beneficios económicos y políticos internos sin comprometer recursos federales, mientras Europa asumía la carga financiera.
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Alemania ha dado el primer paso al adquirir baterías Patriot con recursos provenientes de activos rusos congelados, y otros países como Reino Unido, Países Bajos y Finlandia evalúan pedidos similares. Aunque esta fórmula resultó atractiva para Trump, algunos ministros europeos insisten en que Estados Unidos también debe contribuir directamente, recordando que el conflicto en Ucrania es un desafío compartido por toda la alianza atlántica.
Junto al envío de armas, Trump impuso un plazo de 50 días a Vladimir Putin para detener las hostilidades en Ucrania, con la advertencia de imponer aranceles del 100 por ciento sobre el petróleo ruso. Esta amenaza busca presionar al Kremlin, aunque economistas advierten que podría elevar los precios internacionales del crudo, especialmente si China e India, grandes compradores de energía rusa, desestiman las restricciones.
En declaraciones recientes, Trump expresó su desilusión con Putin, afirmando sentirse “muy, muy decepcionado” y acusando al mandatario ruso de hablar de paz mientras continúa los bombardeos en Ucrania. Según fuentes cercanas al Consejo de Seguridad, en una llamada telefónica de dos horas, Trump le dijo a Putin que “se quedó sin cartas” y que Estados Unidos dejaría de “regalarle tiempo” si no demostraba avances concretos hacia un alto el fuego.
El anuncio representa el mayor respaldo estadounidense a Ucrania desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022. Zelenski celebró el cambio, destacando que “la fuerza trae la paz” y reorganizó su gabinete para reforzar la cooperación con Estados Unidos en materia de defensa. Sin embargo, persisten las dudas sobre la consistencia de Trump, quien ha cambiado de postura en diversas ocasiones, dejando a sus aliados en Europa atentos a los próximos movimientos.
Si las sanciones se implementan y las baterías Patriot llegan a tiempo, la economía rusa, ya afectada por los costos de la guerra, enfrentaría mayores complicaciones. Sin embargo, cada día del plazo otorgado transcurre entre bombardeos y tensiones en los mercados, con el riesgo de que un aumento en el precio del petróleo afecte a los consumidores occidentales y debilite el respaldo político al plan.
Por ahora, el giro de Trump abre una ventana para reforzar la defensa ucraniana y presionar a Moscú, pero analistas advierten que las próximas semanas serán decisivas para saber si esta estrategia marcará un punto de inflexión en el conflicto o se convertirá en otro episodio de la impredecible diplomacia del mandatario estadounidense.