
Aunque el turismo global ha abierto fronteras, existen lugares en la Tierra donde ningún viajero puede entrar, ya sea por seguridad, ley o respeto cultural
Desde islas con tribus aisladas hasta instalaciones militares, algunos territorios permanecen vedados al visitante por razones que van desde la preservación cultural hasta el riesgo extremo.
Uno de los casos más conocidos es el de la Isla Sentinel del Norte, ubicada en el archipiélago de Andamán y Nicobar, en el océano Índico. Este pequeño territorio es habitado por los sentineleses, una comunidad que ha vivido aislada durante miles de años y rechaza cualquier tipo de contacto exterior.
“Lo único que se sabe de ellos es que no aceptan visitas y reaccionan con violencia cuando alguien intenta acercarse”, relatan expertos en antropología. Prueba de ello fue el caso del misionero estadounidense John Allen Chau, quien falleció tras ser atacado con flechas al intentar ingresar a la isla de forma ilegal. Chau buscaba evangelizar a la tribu y, pese a las advertencias, pagó a pescadores para que lo llevaran. “Lo perdimos todo”, se lee en su diario final.
Este lugar está legalmente protegido por el gobierno de la India, que prohíbe a cualquier persona aproximarse a menos de cinco millas náuticas de su costa.
Otro sitio extremo es la Isla de la Serpiente, en Brasil, hogar de la víbora dorada de lancea, una de las serpientes más venenosas del planeta. Se estima que hay de una a cinco serpientes por metro cuadrado, por lo que la entrada está vetada para civiles.
En Hawái, la Isla Niʻihau permanece cerrada al turismo desde el siglo XIX. Propiedad privada de la familia Robinson, este territorio busca conservar intactas las costumbres y la lengua hawaiana. Solo los descendientes de sus habitantes y ciertos investigadores pueden ingresar con permiso previo.
También en Europa hay sitios restringidos. La Isla Poveglia, en la laguna de Venecia, fue usada históricamente para aislar a víctimas de enfermedades contagiosas. Más tarde funcionó como hospital psiquiátrico. Hoy, sus ruinas permanecen cerradas al público por cuestiones sanitarias y de seguridad.
Más al sur, entre Australia y la Antártida, se encuentra la Isla Heard, un territorio cubierto de glaciares y dominado por un volcán activo. El clima extremo y su lejanía hacen que solo se permita el acceso a científicos con autorización especial.
En Estados Unidos también hay casos notables. A un costado de Nueva York, la North Brother Island alguna vez albergó un hospital para enfermos infecciosos. Actualmente está abandonada y sirve como santuario de aves protegidas, por lo que el ingreso está completamente restringido.
Y por supuesto, uno de los sitios más míticos y polémicos: el Área 51, en Nevada. Aunque es un centro de pruebas aéreas del ejército, los rumores sobre OVNIs y experimentos secretos han convertido el lugar en un ícono de la cultura popular. En 2019, un evento viral en redes sociales convocó a “asaltar” la zona, aunque todo terminó en una concentración pacífica.
Por si fuera poco, existen otras ubicaciones a las que el acceso es limitado, como las cuevas de Lascaux, en Francia, famosas por sus pinturas rupestres, o la Isla Danger, cerca de la Gran Barrera de Coral, en Australia, cuya biodiversidad requiere protección total.
Aunque el deseo de explorar lo desconocido es parte de la naturaleza humana, algunos destinos deben mantenerse inalcanzables por el bien de su historia, su gente o el equilibrio ambiental.