
Confirmaron que los restos son de un joven desaparecido en 1984; principal sospechoso mantiene vínculo con el lugar del hallazgo.
En Argentina, la reciente identificación de restos humanos encontrados en mayo en una vivienda próxima a la que habitó Gustavo Cerati a principios de los 2000 ha reactivado una investigación que conmociona a la comunidad local.
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Las autoridades confirmaron que los restos corresponden a Diego Fernández Lima, un adolescente de 16 años desaparecido en 1984. Este hallazgo ha revivido viejos recuerdos y ha provocado un giro importante en las pesquisas gracias a la declaración de un testigo que conoció a la víctima y al principal sospechoso en la escuela.
El sospechoso, Norberto Cristian Graf, de 56 años, fue compañero de colegio de Fernández Lima y ahora es señalado como el presunto responsable de un crimen que permaneció oculto durante casi cuatro décadas.
Testigo clave aporta datos fundamentales
Un excompañero de ambos, que reside actualmente en Europa, decidió romper el silencio tras conocer la noticia del hallazgo. Relató que tanto él como Diego y Graf estudiaron en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N.º 36.
Al enterarse de la identificación, comentó la noticia en un grupo de WhatsApp con antiguos compañeros y comprendió que poseía información importante que podía ayudar a esclarecer el caso. Según su testimonio, Diego y Graf mantenían una relación de amistad, pero el hallazgo de restos humanos en una propiedad situada en la Avenida Congreso al 3700, en el barrio porteño de Coghlan, despertó sospechas.
Los informes forenses indicaron que la víctima murió de forma violenta y que se intentó desmembrar el cuerpo, lo que confirmó que los restos encontrados correspondían al joven desaparecido.
La reacción del sospechoso
Norberto Graf, hasta hace poco sin relación directa con el caso, se encontraba vinculado desde el momento del hallazgo, dado que los restos aparecieron en el jardín de la vivienda familiar.
Daniel Scarfo, licenciado en Seguridad e Higiene y encargado de una obra cercana al lugar, relató que Graf se acercó a conversar con los trabajadores en medio de la conmoción, mostrando una actitud tranquila que no generó sospechas en ese momento.
Durante la charla, Graf planteó tres posibles explicaciones para la presencia de los huesos: que el terreno había sido iglesia y podía tratarse de restos de un cura; que la zona fue un establo en el pasado; o que la tierra provenía de un camión de relleno utilizado para nivelar al construir una piscina.
Scarfo consideró improbable esta última hipótesis, señalando que es casi imposible que al arrojar tierra no se detectara un cadáver.
Antes del hallazgo, los obreros habían causado accidentalmente una ruptura en un caño maestro que dejó sin agua a varias viviendas, incluido el domicilio de Graf y su madre. El sospechoso se mostró cordial y preocupado por la situación, según el testigo.
El segundo encuentro entre Scarfo y Graf se produjo el día en que se confirmó la identidad del cuerpo, momento en el que el sospechoso mantuvo una actitud calmada y respetuosa.
Con información de Excelsior