
En China se patentó una cama que se transforma en cápsula de supervivencia durante un sismo, un invento que genera fascinación y críticas a nivel mundial
En China, un invento ha despertado tanto curiosidad como polémica: la llamada cama antisísmica, diseñada para convertirse en un refugio de emergencia al detectar un temblor. El prototipo busca ofrecer protección inmediata en un país donde los terremotos han dejado una huella dolorosa en la memoria colectiva.
El responsable de esta idea es Wang Wenxi, quien patentó el sistema en 2010 inspirado por tragedias como los terremotos de Wenchuan en 2008 y Yushu en 2010. Su propuesta consiste en un mecanismo que, al registrar vibraciones, activa una estructura metálica que encapsula al usuario en cuestión de segundos, resguardándolo de los escombros.
El funcionamiento resulta tan llamativo como controversial: el colchón se retrae hacia una caja de acero blindada, que se cierra automáticamente para formar una cápsula hermética. Dentro del espacio, el usuario encontraría agua, alimentos no perecederos, botiquín, linterna, mascarillas y oxígeno adicional. Algunos diseños incluyen pedales de ejercicio, televisor y hasta un sanitario básico.
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La cama se ha convertido en tema de debate en foros y redes sociales. Mientras algunos la consideran una alternativa ingeniosa, otros critican su carácter inquietante. Los detractores señalan riesgos como quedar atrapado, sufrir fallas mecánicas o enfrentar activaciones accidentales. En internet incluso surgieron bromas sobre la posibilidad de que el mueble se cierre en momentos poco oportunos.
Hasta la fecha, no hay evidencia de que el invento haya pasado de la fase conceptual a una producción certificada o comercial. Videos de animación y notas de prensa han difundido su existencia, pero especialistas en ingeniería sísmica advierten que su eficacia real es incierta. Para expertos como el doctor Xie Lili, del Instituto de Ingeniería Sísmica de China, la efectividad dependerá de factores externos como la magnitud del colapso estructural, la rapidez del rescate y el tipo de inmueble.
China, país donde nació la idea, se ubica en una de las regiones más activas sísmicamente del planeta. De acuerdo con la China Earthquake Administration, más del 70% de sus principales ciudades está en riesgo elevado. El devastador sismo de Wenchuan en 2008, que dejó cerca de 90 mil muertos y desaparecidos, reforzó la percepción de vulnerabilidad y explica en parte la creación de dispositivos como este.
En contraste, naciones con legislación avanzada en seguridad estructural, como Japón, han optado por integrar tecnologías antisísmicas en las edificaciones mismas. Sistemas como el aislamiento de base o los amortiguadores han demostrado reducir hasta en 70% los daños en viviendas, según el National Research Institute for Earth Science and Disaster Resilience (NIED).
El prototipo de Wang Wenxi refleja cómo la innovación surge en medio del miedo, pero también cómo se cuestiona su aplicabilidad frente a soluciones colectivas más sostenibles, como reforzar edificios o mejorar los sistemas de alerta temprana. Aunque la cama antisísmica aún pertenece al terreno de las ideas, su sola existencia plantea una pregunta clave: ¿pueden los refugios personales ser una respuesta válida en zonas altamente vulnerables o seguirán siendo solo un símbolo del ingenio nacido en la incertidumbre?