La influencer, acusada de agredir a Valentina Gilabert, relató su experiencia en un centro juvenil con un tono que generó molestia en redes sociales.
La influencer Marianne ‘N’, acusada de atacar con un arma blanca a Valentina Gilabert en febrero de 2025, volvió a colocarse en el centro de la polémica luego de difundir un video donde narra cómo vivió su paso por un centro de internamiento para adolescentes.
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En la grabación, que rápidamente se viralizó, la joven describió desde el proceso de ingreso y la revisión médica, hasta su adaptación a la rutina del lugar. Señaló que primero permaneció en una celda individual y posteriormente fue trasladada a un dormitorio compartido con alrededor de 14 internas, cifra que —dijo— le pareció baja frente a lo que imaginaba.
De acuerdo con su relato, la experiencia no resultó tan negativa como temía. Explicó que tuvo acceso a talleres culturales y deportivos, como boxeo, cocina y música, además de actividades domésticas supervisadas. Incluso mencionó que aprendió a preparar distintos platillos —entre ellos pay de limón y yakimeshi—, y que el centro contaba con el Distintivo H por sus estándares de higiene alimentaria.
La influencer también detalló su rutina diaria: levantarse a las 6:00 de la mañana, dormir a las 10:00 de la noche y seguir horarios estrictos para el uso de las duchas, donde aseguró que siempre hubo agua caliente.
No obstante, el tono de su narración causó indignación. Para muchos usuarios, su testimonio sonó más cercano a la experiencia en un campamento que a una sanción derivada de un acto violento. Esta percepción generó fuertes críticas, sobre todo porque la víctima del ataque, Valentina Gilabert, permaneció en estado crítico tras la agresión.
En redes sociales, los comentarios oscilaron entre la burla y la reprobación:
- “Lo cuenta como si hubiera estado en un resort”.
- “Mientras la víctima luchaba por su vida”.
- “¿Intentaste acabar con alguien y ahora das un tour de tu estadía?”.
- “Déjenla vivir, todos merecen más oportunidades”, escribió otro usuario.
El video ha reabierto el debate sobre las condiciones de los centros juveniles y si cumplen realmente una función de castigo o de reinserción social.
Con información de Excelsior
