
Un grupo de ladrones disfrazados de obreros saqueó joyas imperiales del Louvre; las autoridades creen que actuaron por encargo.
El Museo del Louvre permanece cerrado y bajo fuerte resguardo tras el espectacular robo de joyas históricas ocurrido el domingo por la mañana, un golpe que las autoridades francesas ya califican como uno de los más audaces de las últimas décadas.
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De acuerdo con la fiscal de París, Laure Beccuau, la investigación apunta a un crimen organizado que pudo haber sido encargado por un coleccionista privado. “No descartamos que los responsables actuaran bajo órdenes específicas”, declaró a BFM TV.
El asalto, que duró menos de diez minutos, se llevó a cabo en la icónica Galería Apolo, donde se exhiben las joyas de la corona francesa. Tres individuos con el rostro cubierto ingresaron por una ventana del segundo piso utilizando una grúa mecánica y motosierras de alta potencia para abrir vitrinas blindadas ante la mirada de visitantes y personal del museo.
Los ladrones sustrajeron ocho piezas de valor incalculable, entre ellas una tiara y un collar de zafiros pertenecientes a la reina María Amelia, pendientes y un juego de esmeraldas de la emperatriz María Luisa, y el nudo de corpiño de la emperatriz Eugenia. Durante su huida, dejaron atrás la corona de esta última, hallada después cerca del recinto.
Curiosamente, ignoraron el famoso diamante Regent, valuado en más de 60 millones de dólares, lo que refuerza la teoría de que el atraco fue selectivo y premeditado.
El Ministerio de Cultura informó que las alarmas se activaron de inmediato y el personal logró evacuar la sala, aunque los asaltantes escaparon sin dejar rastro, incluso incendiando parte del equipo utilizado para distraer a la policía.
El ministro del Interior, Laurent Núñez, confirmó que una unidad especial de la policía investiga el caso, que podría estar vinculado a redes de tráfico de arte o lavado de dinero.
Por ahora, el Louvre —símbolo de la historia y el arte francés— ha suspendido sus actividades, mientras el mundo observa expectante el desenlace de un robo que parece sacado de una película, pero que dejó una herida real en el patrimonio cultural de Francia.
Con información de Excelsior