
Kerstin Gurtner, de 33 años, falleció a pocos metros de la cima del pico más alto de Austria tras quedar sola en condiciones extremas; su novio, Thomas Plamberger, enfrenta un juicio por presunta negligencia.
Un caso ocurrido en los Alpes austriacos ha generado amplio interés mediático: Kerstin Gurtner, una alpinista de 33 años, murió por congelamiento durante un ascenso al Grossglockner, la montaña más alta de Austria con 3,800 metros de altura. Aunque en un inicio pudo parecer un accidente, las autoridades determinaron que había elementos suficientes para investigarlo como un posible homicidio por negligencia.
La mujer realizó la expedición acompañada de su pareja, Thomas Plamberger, de 39 años. Ambos emprendieron el ascenso a comienzos de este año pese a las condiciones climáticas extremas. Sin embargo, según las investigaciones, antes de llegar a la cima Plamberger habría dejado sola a Gurtner, quien terminó sucumbiendo al frío y a su estado crítico. Los fiscales sostienen que la mujer fue abandonada “exhausta, hipotérmica y desorientada” durante la noche.
Una cámara web instalada en la montaña captó indicios que refuerzan esta teoría: alrededor de las 6 p.m. se observaban dos luces cercanas a la cumbre, pero horas más tarde solo una de ellas aparecía alejándose del punto donde permanecía la otra.
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Los equipos de rescate lograron llegar hasta Gurtner hasta el día siguiente, cuando ya había fallecido. El incidente ocurrió el 19 de enero y, tras meses de análisis, las autoridades decidieron imputar a Plamberger por homicidio negligente, destacando que él contaba con más experiencia como alpinista y que su pareja estaba “mal equipada” para un ascenso de este nivel.
Por su parte, la defensa del acusado rechaza los señalamientos, asegurando que Plamberger solo se separó de la mujer para buscar ayuda y calificando la muerte como un “accidente trágico y fatal”.







