
Un joven fue captado mientras viajaba recostado en un pasamanos del Metro de Monterrey; el golpe que sufrió al incorporarse desató risas y viralización.
Un episodio tan insólito como breve ocurrió en el sistema de transporte de Monterrey, donde un joven decidió recostarse sobre los tubos del pasamanos dentro de una unidad en movimiento. La escena, registrada en video por otros usuarios, se difundió rápidamente en redes sociales y generó reacciones encontradas entre quienes lo consideraron una imprudencia y quienes lo tomaron con humor.
De acuerdo con lo observado en las imágenes, el joven adoptó una postura relajada, como si el trayecto fuera una pausa improvisada en medio del viaje. Sin embargo, al intentar incorporarse, calculó mal la distancia y terminó golpeándose contra el techo del vagón. El impacto fue inmediato y su expresión de sorpresa provocó risas entre varios pasajeros que presenciaron el momento.
Lejos de generar alarma, el incidente fue asumido con naturalidad por la mayoría de los usuarios. Algunos continuaron su trayecto sin mayor reacción, mientras otros no pudieron contener la risa ante lo ocurrido. Esta respuesta colectiva fue uno de los elementos que más llamó la atención de los internautas una vez que el video comenzó a circular de forma masiva.
La grabación fue compartida en distintas plataformas digitales, donde rápidamente acumuló reproducciones y comentarios. Para muchos usuarios, el episodio reflejó situaciones inesperadas que forman parte de la cotidianidad en el transporte público urbano y que, con la ayuda de las redes sociales, pueden transformarse en contenido viral en cuestión de horas. Aunque no se reportaron lesiones visibles, el hecho también reavivó el debate sobre conductas de riesgo dentro de unidades en movimiento.
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El contexto en el que se desarrolló la escena no es menor. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía señalan que en 2025 se han realizado miles de millones de viajes en sistemas de transporte colectivo en el país, lo que da cuenta de la alta demanda y saturación que enfrentan estos servicios. Esta presión constante se traduce en trayectos largos, cansancio y altos niveles de estrés entre los usuarios.
A ello se suma el reconocimiento oficial de que, durante décadas, las políticas de movilidad han favorecido al transporte privado, dejando rezagados los sistemas colectivos. Esta situación ha generado sobrecarga, deficiencias operativas y un impacto directo en la calidad de vida de quienes dependen diariamente del transporte público.
Especialistas en movilidad y organismos internacionales han advertido que la falta de eficiencia y seguridad en estos sistemas contribuye al estrés crónico, con efectos en la salud mental y en la productividad laboral. En ese contexto, escenas como la registrada en Monterrey, aunque anecdóticas, se insertan en una realidad más amplia marcada por la saturación, los largos tiempos de traslado y la necesidad de mejorar la infraestructura y la cultura de uso del transporte público.







