
El paso del cometa interestelar 3I/ATLAS reavivó exigencias científicas y políticas para que la NASA difunda datos completos ante anomalías aún sin explicación
El cometa interestelar 3I/ATLAS, el tercer objeto confirmado proveniente de fuera del sistema solar, se convirtió en el eje de un debate que trasciende la astronomía. Luego de su reciente acercamiento a la Tierra, científicos y legisladores de Estados Unidos intensificaron las demandas para que la NASA libere información observacional completa y sin procesar, ante señales que no encajan con los modelos tradicionales de la física cometaria.
El objeto fue detectado el 1 de julio de 2025 por la red de telescopios ATLAS en Chile. Desde su identificación, llamó la atención por una serie de comportamientos dinámicos y estructurales atípicos. La semana pasada pasó a unos 167 millones de millas de la Tierra, distancia que permitió activar campañas de observación desde telescopios terrestres y misiones espaciales.
A finales de diciembre, astrónomos advirtieron que 3I/ATLAS se desviaba de su trayectoria calculada. El desajuste obedecía a una aceleración que no podía atribuirse únicamente a la gravedad. Este tipo de fenómeno, conocido como aceleración no gravitacional, suele explicarse por la expulsión de gas o polvo cuando un cometa se calienta al aproximarse al Sol. En este caso, los números no coincidieron.
El astrofísico de Harvard Avi Loeb detalló que el cometa mostró una aceleración radial alejándose del Sol de 1.1 × 10⁻⁶ unidades astronómicas por día al cuadrado. Para provocar un cambio de trayectoria de esa magnitud, el objeto habría tenido que perder alrededor del 13 por ciento de su masa total durante su paso por el perihelio en octubre. Sin embargo, no se observó una nube de material suficiente que respaldara esa hipótesis, lo que abrió interrogantes sobre el mecanismo real detrás del fenómeno.
La falta de explicaciones claras derivó en acciones políticas. El 31 de octubre de 2025, la congresista Anna Paulina Luna envió una solicitud formal al administrador interino de la NASA, Sean Duffy, en la que exigió la publicación de datos específicos relacionados con 3I/ATLAS. En su carta, pidió acceso a observaciones de diversas misiones, incluidas imágenes de la cámara HiRISE del Mars Reconnaissance Orbiter y registros de la Parker Solar Probe, al considerar que son clave para entender la interacción de objetos interestelares con el sistema solar.
Tras el fin de un cierre del gobierno, la NASA difundió en noviembre algunas imágenes del cometa. Lejos de disipar las dudas, estas generaron nuevas críticas. Investigadores señalaron que los archivos estaban fuertemente procesados, con resolución limitada y sin los datos crudos necesarios para un análisis independiente. Loeb cuestionó una imagen captada por HiRISE el 2 de octubre, cuando el cometa pasó a menos de 30 millones de kilómetros de Marte, y la describió como “una bola difusa de luz” afectada por vibraciones de la nave, lo que a su juicio impide obtener conclusiones sólidas.
El reclamo por mayor transparencia también llegó al público. En noviembre comenzó a circular una petición en Change.org que exige a la NASA publicar todos los datos crudos y procesados de 3I/ATLAS, en línea con su política de ciencia abierta y con el compromiso de poner a disposición pública la información generada por misiones financiadas con recursos de los contribuyentes a través del Planetary Data System.
Además de sus anomalías orbitales, el cometa presenta rasgos físicos poco comunes. Observaciones desde el Observatorio del Teide detectaron una inusual “anti-cola” que parece apuntar hacia el Sol y se extiende hasta 620 mil millas. También se registraron estructuras tipo chorro que oscilan cada 7 horas y 45 minutos, lo que sugiere que el núcleo rota aproximadamente cada 15.5 horas.
Actualmente, 3I/ATLAS se dirige hacia el exterior del sistema solar a más de 60 kilómetros por segundo. Su próximo encuentro relevante será con Júpiter el 16 de marzo de 2026, cuando pasará a unos 33 millones de millas del planeta, una distancia cercana al límite de la esfera de Hill del gigante gaseoso. Algunos investigadores señalan que la aceleración no gravitacional ajustó su trayectoria para llevarlo dentro de ese radio, una coincidencia que, según Loeb, amerita un análisis detallado.
La oportunidad de estudiarlo se reduce rápidamente. Entre el 20 y el 27 de diciembre, el cometa alcanzó una magnitud cercana a 12, pero se vuelve cada vez más tenue conforme se aleja. Si la NASA difundirá más información antes de que desaparezca de la vista sigue siendo, por ahora, una incógnita.







