
Después de los excesos en postres durante Año Nuevo, el cuerpo puede resentir fatiga e inflamación, pero existen estrategias seguras para restablecer el equilibrio
El inicio del año suele venir acompañado de propósitos de bienestar que contrastan con los excesos cometidos durante las celebraciones decembrinas. Entre ellos, el consumo elevado de postres y azúcares añadidos destaca como uno de los factores que más impactan en la energía, la digestión y el metabolismo durante los primeros días de enero.
Especialistas en nutrición coinciden en que la sensación de pesadez, hinchazón y cansancio es una reacción común del organismo tras una ingesta elevada de azúcar. Comprender esta respuesta corporal resulta clave para retomar hábitos saludables sin recurrir a medidas extremas que puedan resultar contraproducentes.
De acuerdo con estudios citados por Springer Nature y recomendaciones clínicas de la Cleveland Clinic, la recuperación tras un atracón de azúcar debe abordarse con calma y consistencia. La autocrítica excesiva no solo es innecesaria, sino que incrementa el estrés y dificulta la regulación metabólica. En cambio, una actitud de autocuidado facilita el retorno a una alimentación equilibrada.
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Entre las acciones más recomendadas se encuentra el movimiento ligero. Una caminata breve después de comer favorece el aprovechamiento de la glucosa y resulta más efectiva que permanecer inmóvil. La hidratación también cumple un papel central, ya que ayuda a los riñones a eliminar desechos y apoya el funcionamiento digestivo tras comidas copiosas.
Los especialistas advierten contra prácticas riesgosas como el ayuno extremo, la provocación del vómito o la obsesión con la báscula. El aumento temporal de peso suele deberse a retención de líquidos y no a un incremento real de grasa corporal.
El consumo excesivo de azúcar añadido tiene efectos inmediatos y a largo plazo. Instituciones como los Institutos Nacionales de Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos alertan sobre picos de energía seguidos de fatiga, mayor deseo por alimentos dulces, inflamación generalizada, afectaciones cardiovasculares y daño dental.
En cuanto a los límites recomendados, la Asociación Americana del Corazón establece que los hombres no deberían superar nueve cucharaditas diarias de azúcar añadida, mientras que en mujeres el máximo sugerido es de seis. Además, se aconseja que este ingrediente no represente más del 10 por ciento del total de calorías consumidas al día.
Para evitar nuevos excesos, la prevención comienza antes de sentarse a la mesa. Consumir alimentos ricos en fibra previamente, servir porciones controladas y modificar el entorno al priorizar opciones como fruta fresca o nueces reduce la probabilidad de caer en un consumo impulsivo.
Los especialistas subrayan que una comida no define el estado de salud general. Retomar rutinas equilibradas y mantener una relación consciente con la alimentación permite disfrutar las celebraciones sin comprometer el bienestar a largo plazo.







