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A 50 del 68: el bazucazo en San Ildefonso

Efectivos del Ejército intervinieron por vez primera en el Movimiento Estudiantil en los primeros minutos del 30 de julio de hace 50 años

Aunque la matanza de Tlatelolco, perpetrada en contra de estudiantes el 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, es considerada uno de los episodios más oscuros de la historia de México, para llegar al punto en que la violencia escaló a tal nivel, a unos días de la inauguración de los Juegos Olímpicos, varios meses tuvieron que pasar.

Uno de los primeros episodios violentos en torno al movimiento estudiantil de 1968 se desarrolló el 23 de julio de ese año.

El 22 de julio, en la plaza de la Ciudadela, estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se enfrentaron a jóvenes de la preparatoria privada Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las versiones señalan que el pleito derivo de un partido de futbol.

Un día después, el 23 de julio, estudiantes de la preparatoria Ochoterena acudieron a las instalaciones de la vocacional 2, acompañados de estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) de la UNAM, en busca de revancha.

Activistas denunciaron que entre los jóvenes se infiltraron porros y vándalos, quienes armados de palos y piedras agredieron a alrededor de 200 policías en las colonias Juárez y Centro.

El hecho llevó a una gresca que duró alrededor de 3 horas.

Según periodistas de la época, en el enfrentamiento del 23 de julio también participaron sujetos que portaban un uniforme beige, parecido al de las escuelas secundarias, quienes llegaron a la plaza de la Ciudadela en un autobús; y miembros de las pandillas Los Ciudadelas y Los Arañas, quienes asaltaban a transeúntes en la zona.

El enfrentamiento entre estudiantes, infiltrados y policías se extendió hasta la avenida Bucareli, y las calles Versalles, Tres Guerras, Abraham González, y Lucerna, lo que obligó a la intervención del 19o batallón de granaderos.

Testigos afirman que tras la pelea, estudiantes del IPN se marcharon a su escuela, pero fueron provocados por granaderos en el cruce de Abraham González y Lucerna.

Policías persiguieron a los muchachos hasta las vocacionales 5 y 2, a donde ingresaron sin una orden judicial, para golpear y detener a estudiantes y profesores; versiones indican que se lanzó gas lacrimógeno y se destruyó mobiliario de la institución.

Ante las críticas, autoridades del Distrito Federal argumentaron que policías ingresaron a las escuelas por petición de alumnos y maestros, quienes negaron la afirmación.

Los hechos violentos generaron indignación entre estudiantes de nivel superior y medio superior, quienes declararon huelga indefinida en sus instituciones, y comenzaron con una jornada de manifestaciones.

El 28 de julio, la situación llevó a la primera reunión entre el Comité Coordinador de Huelga del IPN, con representantes de la UNAM y de la Escuela de Agricultura de Chapingo, en donde se discutió la posibilidad de extender la huelga hasta expulsar a los porros de las escuelas, indemnizar a los familiares de los jóvenes heridos y muertos, liberar a todos los estudiantes encarcelados, desaparecer al Cuerpo de Granaderos de la Ciudad de México, y derogar el artículo 145 penal, que sancionaba los delitos llamados de “disolución social”.

La situación empeoró el lunes 29 de julio del 68, cuando fue disuelto un mitin que estudiantes pretendían realizar en el Zócalo.

La demostración de fuerza desplegada por los estudiantes en la movilización del 29 de julio en el Zócalo de la Ciudad de México fue tan grande que en los primeros minutos del día 30 de hace 50 años el presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó que efectivos del Ejército mexicano intervinieran por primera vez en el Movimiento Estudiantil.

En los primeros minutos del día siguiente, efectivos de la primera zona militar del Ejército al mando del general José Hernández Toledo —que ahí fue tomando renombre, tanto que le valió estar al frente de los fusileros paracaidistas que actuaron el 2 de octubre en Tlatelolco—, llegaron al primer cuadro de la ciudad.

De un bazucazo, la vetusta puerta de la Escuela Preparatoria número 1 de San Idelfonso quedó hecha astillas.

El enfrentamiento de estudiantes contra granaderos y elementos castrenses provocó el cierre indefinido de la UNAM y el Poli.

De acuerdo a información manejada por algunos medios de la época, 10 estudiantes habrían muerto y 400 más tuvieron que recibir atención médica durante los conflictos desarrollados desde la tarde del 29 de julio, hasta la madrugada del día 30. Indican que tan sólo por el impacto del bazucazo en la puerta de la prepa 1, pudieron haber muerto 10 estudiantes.

50 años después

Este lunes, a 50 años del 68, en su Gaceta UNAM, la máxima casa de estudios recuerda aquellos hechos.

“Luis Echeverría, secretario de Gobernación, llama al presidente Gustavo Díaz Ordaz –de gira por Jalisco, con el secretario de la Defensa Nacional, el general Marcelino García Barragán– y le
describe el escenario, sosteniendo que el país está al borde del desastre por culpa de los estudiantes”, destaca la crónica.

“Echeverría solicita la intervención del Ejército, argumentando que la policía preventiva del Departamento del DF es impotente para someter a los estudiantes, quienes supuestamente
alteran el orden de la ciudad y amenazan con asaltar las armerías del Centro”.

Así, relata la Gaceta UNAM en su edición de este lunes, Díaz Ordaz da luz verde.

“Los soldados salen de sus cuarteles a bordo de jeeps militares y tanques ligeros para tomar escuelas, y en la madrugada irrumpen en las preparatorias 1,  2 y 3. Hay cerca de 400 estudiantes
heridos y cientos  de detenidos”, continúa.

“Y al mando del general José Hernández Toledo, de un bazucazo destruyen la puerta colonial barroca de la Preparatoria 1 de San Ildefonso, labrada en el siglo XVIII y que había sobrevivido a
las guerras de lndependencia, Reforma y Revolución, y donde, cien años antes, el presidente Benito Juárez había inaugurado la Escuela Nacional Preparatoria”.

Además del bazucazo, recuerda la publicación universitaria, la Policía toma otra preparatoria, la 5, así como la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional.

“Horas después, en CU, el rector Javier Barros Sierra iza la bandera nacional a media asta por la violación a la autonomía universitaria”, añade la Gaceta de la UNAM.

En un discurso ante la comunidad universitaria, dice:

“Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta
profunda pena por lo acontecido. La autonomía no es una idea abstracta; es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos.

“En el camino a este lugar he escuchado un clamor por la reanudación de clases. No desatenderemos ese clamor y reanudaremos a la mayor brevedad posible las labores.

“Una consideración más: debemos saber dirigir nuestras protestas con inteligencia y energía. ¡Que las protestas tengan lugar en nuestra casa de estudios!

“No cedamos a provocaciones, vengan de afuera o de adentro; entre nosotros hay muchos enmascarados que no respetan, no aman y no aprecian a la autonomía universitaria.

“La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra autonomía!
¡Viva la UNAM! ¡Viva la autonomía universitaria!”

Hoy, en conmemoración de lo sucedido, la UNAM realizó un acto  en la Torre de Rectoría encabezado por el rector Enrique Graue.

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