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A Joel lo salvó el amor de su novia durante el ataque de los porros en CU

Cuando Joe y Naomi quisieron resguardarse, al menos tres porros lo golpearon a él. El joven de 21 años cayó al suelo y ahí el ataque continuó: alguien sacó una navaja y le rebanó media oreja. Otro, el más violento, le enterró un cuchillo por la espalda

Una historia de amor se ha abierto paso entre la violencia que causaron los porros este lunes en Ciudad Universitaria.

Joel Sebastián Meza García, o Joe, como le llaman sus amigos, estaba en clases de la Licenciatura de Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía de la UNAM cuando supo que había un grupo de alumnos del CCH Azcapotzalco a unos metros de él. El grupo protestaba pacíficamente frente a la Torre de Rectoría para exigir mayor seguridad en su plantel y el cese de cobros indebidos.

Joe, quien fue descrito por sus amigos como un chico que le gusta involucrarse en los movimientos sociales, no dudó en solidarizarse con los estudiantes. Antes de ir a la protesta, se comunicó con Naomi, su novia, a quien conoció en la UNAM, y le pidió que lo acompañara. Sabía que Naomi no diría que no: entre las exigencias que gritaban los manifestantes estaba la de dar justicia a Miranda Mendoza, estudiante del CCH Oriente, de 18 años, asesinada en algún punto del camino entre su escuela y su casa.

Ambos llegaron a la protesta cuando estaba por terminar. El grupo no era tan nutrido como para alargar la manifestación. De pronto, en menos de cinco minutos, el ambiente cambió: unos 40 jóvenes con jerseys de futbol americano, que habían llegado a Ciudad Universitaria en camiones que partieron desde el Estado de México, disolvieron la protesta con golpes, palos, bombas molotov y armas blancas.

Los porros no mediaron palabra. No iban a negociar un espacio, sino a tomarlo con violencia. Cuando Joe y Naomi quisieron resguardarse, al menos tres porros lo golpearon a él. El joven de 21 años cayó al suelo y ahí el ataque continuó: alguien sacó una navaja y le rebanó media oreja. Otro, el más violento, le enterró un cuchillo por la espalda.

Naomi, delgada, más pequeña que los porros, protegió a su novio con lo único que tenía: su propio cuerpo. Solo así, logró impedir que continuaran pisando la cabeza de Joe o que un segundo navajazo agravara la hemorragia que ya le empapaba la ropa negra.

El instante en que Naomi se convirtió en un escudo humano fue retratado por el fotógrafo independiente Diego Uriarte.

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Cuando el caos terminó, el Servicio Médico de la UNAM auxilió a Joe. Estaba grave, pálido, pero consciente. Apenas pudo balbucear su nombre y el de sus papás. Así fue como la familia se enteró que lo trasladarían a la Clínica 8 del IMSS para una cirugía de emergencia.

Ahí se dieron cuenta del daño: el cuchillo que entró por la espalda fue enterrado a tal profundidad que dañó el riñón. La hemorragia interna ponía en peligro su vida. En la Clínica 8 lo estabilizaron y prefirieron enviarlo al área de Terapia Intensiva del hospital Siglo XXI en el Centro Médico, de la colonia Doctores, donde necesitó una segunda cirugía.

Hace unos momentos se dio a conocer la noticia de que los médicos salvaron el riñón de Joel.

 

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