
Hugo Alfredo Hinojosa ha hecho del arte su trinchera personal. Dramaturgo, ensayista y hoy cineasta, el creador tijuanense —nacido en 1977— ha construido una obra que personal que se alimenta de la exploración profunda del alma humana. Su ópera prima, Ad Absurdum, se ganó un espacio en el panorama internacional al recibir el premio al Mejor Largometraje en el London Directors’ Film Festival, convirtiéndose en la primera cinta mexicana reconocida en este certamen británico independiente dedicado a los realizadores que hacen, escriben y dirigen cine de autor. Más allá del galardón, la película consolida a Hinojosa como una voz que piensa desde los márgenes, con una libertad estética como lo ha sido su dramaturgia y su escritura en general.
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Formado en la disciplina filosófica y teatral, Hinojosa no proviene del circuito cinematográfico tradicional, sino del rigor de la escena. Sus obras —como Deshonra, Sepulturas, El eterno verano de la guerra, entre otras— lo han colocado entre los dramaturgos más destacados de su generación. Ganador de premios como el José Fuentes Mares de Literatura (2021), el Gerardo Mancebo del Castillo (2009) y el Bellas Artes de Dramaturgia (2012), ha desarrollado una mirada que privilegia la palabra, la tensión y la fisura moral de los personajes. Esa raíz teatral impregna su cine: Ad Absurdum es, de hecho, una adaptación libre de una de sus propias obras, convertida en una alegoría visual sobre el poder, la corrupción y el vacío existencial.
Rodada en apenas quince días, con un presupuesto de diez mil dólares y sin apoyos institucionales, Ad Absurdum confirma algo que Hinojosa repite con sorpresa: “el cine independiente es una falacia”, porque incluso nos topamos con las plataformas más “alternativas” que exigen validaciones del sistema. Su filme, sin embargo, prueba lo contrario. Lo que para muchos sería precariedad, para él fue libertad y nos cuenta que un deber moral. Con un elenco encabezado por Jorge Luis Moreno, Fernando Banda, Humberto Solórzano, y producida por Graciela Cázares y Denis Elizalde, la cinta retrata a dos políticos hundidos en una espiral de excesos y delirios nocturnos, impulsados por un tercero que los conduce hacia el absurdo. Es una metáfora brutal de la descomposición política —mexicana y universal— que, en palabras del crítico Jorge Ayala Blanco, se sitúa “entre el precine y el postcine”, más cerca de la filosofía que de la denuncia panfletaria.
El caso Hinojosa no es solo artístico. Su perseverancia a lo largo de los años nos muestra que más que una pose de autor, hinojosa tiene una ética de resistencia. El circuito de festivales que ha recorrido su película —desde la Cineteca Nacional hasta el Festival Mix México, el Festival Internacional de Cine con Medios Alternativos y su reciente triunfo en Londres— confirma que la independencia, en su caso, no es un discurso, sino una práctica sostenida por convicción.
Lo interesante es que Hinojosa no romantiza la escasez. Es consciente de sus límites y planea su segunda película con “una visión más estratégica, desde la concepción hasta los festivales”. Su postura es lúcida: el dinero no dicta el contenido, pero sí permite hacerlo con mayor dignidad. En ese equilibrio entre el oficio teatral y el lenguaje cinematográfico, entre la filosofía del riesgo y la precisión técnica, reside su singularidad. Sus influencias —de Lars von Trier a John Cassavetes— revelan una apuesta por el cine que incomoda, que no busca gustar, sino confrontar; pero como él mismo lo afirma desea desarrollar más proyectos sobre todo diversos que permitan demostrar diferentes facetas sensibles. No encasillarse.

En última instancia, el valor del trabajo del director radica en su capacidad para transformar la marginalidad en potencia creativa. Ad Absurdum no solo representa un logro personal; redefine lo que significa hacer cine en los márgenes y desde ellos. Y quizá ahí —en ese punto de tensión entre la escena y la pantalla, entre el texto y la imagen— se esté gestando una nueva generación de creadores que entienden el arte no como industria, sino como resistencia.
Con información de Excelsior







