
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una advertencia sobre la aparición de una nueva variante del SARS-CoV-2, denominada NB.1.8.1, que ha mostrado una rápida propagación a nivel mundial.
Esta variante, detectada por primera vez en enero de 2025 en Egipto, Tailandia y las Maldivas, ha generado preocupación debido a su capacidad para evadir parcialmente la inmunidad adquirida por infecciones previas y la vacunación.
NB.1.8.1 es una subvariante de Ómicron que presenta múltiples mutaciones, lo que le confiere una mayor eficiencia para infectar células y una transmisibilidad superior. Expertos en virología, como la profesora Lara Herrero de la Universidad Griffith, han señalado que esta variante podría propagarse con mayor facilidad incluso entre personas previamente inmunizadas.
Los síntomas asociados a NB.1.8.1 incluyen fiebre, escalofríos, tos, fatiga, dolor de garganta, congestión nasal, pérdida del gusto u olfato, dolores musculares, cefalea, náuseas, vómitos y diarrea. Estos síntomas suelen durar entre tres y cinco días. En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han detectado casos en varios estados, incluyendo Nueva York, California y Arizona.
La OMS recomienda a los países mantener la vigilancia y la vacunación para prevenir un colapso de los sistemas de salud. Aunque NB.1.8.1 representa actualmente el 10,7 % de las secuencias identificadas globalmente, su rápida expansión ha motivado su inclusión bajo vigilancia. La mayoría de los casos se han registrado en la Región del Pacífico Occidental, aunque no se ha detectado mayor gravedad en los cuadros clínicos.
Es fundamental que la población continúe siguiendo las medidas preventivas, como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos y la vacunación, para mitigar la propagación de esta nueva variante. Las autoridades sanitarias instan a la colaboración global para frenar la propagación de NB.1.8.1 y mantener la seguridad de la comunidad mundial.