
Aunque parecen incansables, los colibríes también duermen. Descubre cuándo, cómo y por qué estas aves tan veloces entran en estado de reposo absoluto
Los colibríes son famosos por su agilidad, su colorido plumaje y el zumbido incesante de sus alas. A menudo se cree que jamás se detienen, que su vuelo es eterno y que no conocen el descanso. Sin embargo, esta percepción no es del todo precisa: estos pequeños pájaros también necesitan dormir, aunque lo hacen de manera muy particular.
Generalmente, los colibríes disminuyen su actividad al anochecer. Es en ese momento cuando buscan sitios seguros para refugiarse y reponer energías tras un día de intensa actividad. Prefieren la soledad y el aislamiento, por lo que escogen lugares ocultos entre las hojas o ramas elevadas, donde puedan pasar desapercibidos ante cualquier depredador.
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Durante el sueño, adoptan una postura encorvada, completamente inmóviles, lo que les permite confundirse con el entorno. Esta inmovilidad extrema no es casual: forma parte de su estrategia de supervivencia. Aunque parezcan frágiles, son criaturas con instintos muy bien desarrollados.
Una característica sorprendente del descanso de estas aves es su capacidad para entrar en letargo. Este estado fisiológico se activa especialmente cuando el colibrí se encuentra muy cansado o las temperaturas bajan. En ese momento, su cuerpo disminuye drásticamente el ritmo cardiaco y la temperatura corporal, lo cual les permite conservar energía. “Es como si invernaran”, explican los expertos.
Identificar a un colibrí en letargo no es complicado si se observan ciertos detalles. Permanecen completamente rígidos, con el pico apuntando hacia arriba y la respiración es casi imperceptible. “Dejan por completo de aletear”, rompiendo así con el mito de que nunca paran de mover sus alas.
Si alguna vez te encuentras con un colibrí aparentemente inmóvil durante el día, no lo toques. Es probable que se encuentre en letargo, un proceso natural que le permite sobrevivir momentos de debilidad o condiciones ambientales extremas.
Estas aves, a pesar de su energía incesante, también necesitan pausas. Y cuando lo hacen, lo hacen a su manera: en calma, en silencio y en soledad.