
El cardenal Robert Sarah, voz conservadora y crítico de Francisco, será uno de los protagonistas en el cónclave que definirá al próximo papa
A días del cónclave para elegir al nuevo pontífice, el cardenal guineano Robert Sarah destaca como referente conservador y opositor férreo a la línea de Francisco.
A sus 79 años, el cardenal Robert Sarah, originario de Guinea, se perfila como uno de los protagonistas del próximo cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco. Aunque su avanzada edad casi lo excluye del proceso —cumplirá 80 años el próximo 15 de junio—, su presencia es simbólicamente poderosa dentro del bloque más tradicionalista de la Iglesia católica.
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Conocido por sus posturas firmemente conservadoras, Sarah ha sido una voz crítica frente a las reformas impulsadas por Francisco, especialmente en temas como la homosexualidad y la inmigración. Su nombre figura entre los cardenales más influyentes que han cuestionado abiertamente la dirección pastoral adoptada en la última década.
“Lo que en el siglo XX fueron el nazismo, el fascismo y el comunismo lo son hoy las ideologías occidentales sobre la homosexualidad y el aborto, y el fanatismo islámico”, afirmó durante una asamblea celebrada en 2015, reflejando su rechazo frontal a los cambios en materia de derechos civiles.
En enero de este año, Sarah volvió a expresar su disenso al calificar de “herejía” un documento emitido por la Santa Sede que abría la posibilidad de bendecir uniones de parejas del mismo sexo, alineándose con la opinión mayoritaria de los obispos africanos. También en octubre de 2023 se unió a otros cuatro cardenales conservadores para instar públicamente al papa Francisco a reafirmar la doctrina tradicional sobre la ordenación de mujeres y las uniones homosexuales.
En el ámbito migratorio, Sarah ha denunciado lo que considera un éxodo perjudicial de jóvenes africanos hacia Europa, advirtiendo que esta tendencia vacía a África de su fuerza laboral más prometedora. “Estamos sacando de África a jóvenes, fuerzas vitales que podrían desarrollarla”, señaló en 2021. “Si Europa sigue en esta dirección, no tendrá futuro: será invadida por una población extranjera”, añadió en declaraciones a la emisora francesa Europe 1, en las que también habló de un proceso de “autodestrucción”.
De acuerdo con analistas vaticanos, estas posturas tan contundentes limitan seriamente sus posibilidades de ser elegido pontífice, dado que la normativa requiere una mayoría de dos tercios en el cónclave para acceder al trono de San Pedro.
Sarah nació en 1945 en Ourous, durante la época colonial francesa, y se ordenó sacerdote en 1969 en Conakry, la capital guineana. En 1979, con apenas 34 años, Juan Pablo II lo convirtió en el obispo más joven del mundo, motivo por el que fue apodado el “obispo bebé”. Su cercanía a las ideas del papa polaco y de Benedicto XVI, quien lo elevó al rango de cardenal en 2010, ha moldeado su visión estricta de la doctrina y la liturgia.
“Nos estamos esforzando por salpicar la liturgia de elementos africanos y asiáticos, distorsionando así el misterio pascual que celebramos”, criticó en uno de sus escritos, reafirmando su defensa de un culto sin adaptaciones culturales que, en su opinión, desvirtúan el sentido original.
Francisco, pese a las diferencias ideológicas, lo nombró en 2014 prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, un cargo clave para la preservación de las tradiciones litúrgicas. Sin embargo, en 2021 decidió no renovarle el mandato, lo que fue interpretado por muchos como un alejamiento definitivo del círculo de confianza papal.
El cardenal Sarah, autor prolífico y figura polarizadora, sigue siendo un referente para los sectores más ortodoxos de la Iglesia. Aunque su edad y radicalismo limitan sus opciones en la carrera papal, su influencia promete pesar en las discusiones que definirán el rumbo del catolicismo en los próximos años.