
Un estudio sugiere que consumir queso antes de dormir puede intensificar los sueños y favorecer pesadillas al estimular la actividad cerebral durante la noche
Si tras cenar queso has despertado sudando por un sueño extraño y perturbador, no es simple coincidencia. Un estudio encabezado por Patrick McNamara, neurocientífico de la Universidad de Boston y publicado en Frontiers in Psychology, confirma que consumir queso antes de dormir puede intensificar los sueños, hacerlos más vívidos y, en algunos casos, convertirlos en auténticas pesadillas.
La investigación incluyó a más de 300 adultos, de los cuales muchos reportaron sueños intensos, confusos o emocionalmente cargados después de consumir queso durante la cena o como merienda nocturna. “El queso no causa directamente pesadillas, pero sí puede crear el ambiente perfecto para que ocurran. Estimula la actividad cerebral durante la fase REM, que es donde se generan los sueños más vívidos, con una alta carga emocional”, explicó McNamara.
La razón está en ciertos compuestos presentes, sobre todo en quesos curados o fermentados, que pueden impactar el descanso nocturno. Entre ellos se encuentran la tiramina, que eleva la alerta en el sistema nervioso; el triptófano, precursor de la serotonina, que regula el sueño y el ánimo; la caseína, que libera casomorfinas con efecto opiáceo leve; y diversos péptidos bioactivos capaces de alterar neurotransmisores relacionados con la memoria emocional y los sueños.
El estudio identificó quesos como el cheddar curado, roquefort, gouda envejecido, brie maduro y parmesano añejo como los más vinculados a sueños intensos, mientras que opciones menos fermentadas, como el cottage, el requesón o el queso crema, mostraron menor efecto sobre el descanso.
Si bien estos compuestos no representan un peligro para la salud, pueden potenciar reacciones en personas con ansiedad, estrés crónico o dificultades para dormir, al alterar la estructura del sueño y estimular áreas cerebrales asociadas con las emociones.
Para quienes padecen pesadillas recurrentes o insomnio, los especialistas sugieren evitar el queso al menos dos o tres horas antes de acostarse, preferir quesos frescos, mantener hábitos de relajación antes de dormir y llevar un registro del sueño para identificar qué alimentos afectan el descanso. En casos persistentes, se recomienda consultar con un especialista en nutrición o sueño.
Este hallazgo recuerda que los alimentos no solo influyen en la digestión, sino también en la calidad del descanso y en las historias que protagonizamos en nuestros sueños. La próxima vez que despiertes de una pesadilla intensa, antes de culpar al estrés del día, piensa si la causa no está en ese trozo de queso que parecía inofensivo en la cena.