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Cuando el silencio se volvió un arma: 13 de septiembre del 68

Hoy, 13 de septiembre de 2018 se cumplen 50 años de “la marcha del silencio”, que se ha considerado como el punto más alto del movimiento estudiantil de 1968

El Consejo Nacional de Huelga había acordado no hacer marchas el 1° de septiembre para no causar disturbios y aclaró en un comunicado que no tenía el objetivo (como decía el gobierno) de impedir los Juegos Olímpicos.

En su informe de gobierno, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz declaró: “hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo”.

Frente a la propaganda oficial, los estudiantes acordaron realizar el 13 de septiembre una Marcha del Silencio para probar que ellos no eran los provocadores.

“Pueblo mexicano: puedes ver que no somos unos vándalos ni unos rebeldes sin causa, como se nos ha tachado con extraordinaria frecuencia. Puedes darte cuenta de nuestro silencio, un silencio impresionante, un silencio conmovedor, un silencio que expresa nuestro sentimiento y a la vez nuestra indignación”, señalaba el volante que repartieron integrantes del movimiento estudiantil a las personas que miraban la protesta.

Previo a la marcha el movimiento había enfrentado días de represión y encarcelamiento de estudiantes, además el desprestigio apoyado por lo medios de comunicación que señalaba a los jóvenes como violentos y que estaban bajo la influencia de la intervención extranjera que buscaba desestabilizar el país, pero bajo la consigna de “el silencio es más elocuente que las bayonetas”, los estudiantes lograron demostrar que eran parte de un movimiento pacífico, que sus demandas eran justas y que buscan el bienestar de la nación.

Un día antes de la marcha se el gobierno repartió un volante donde se invitaba que los padres no permitieran que sus hijos asistiera a la manifestación pues se advertía de una posible intervención de las fuerzas armadas.

La marcha inició en las inmediaciones del Museo Nacional de Antropología, en el Bosque de Chapultepec. El contingente fue encabezado por un camión que traía un retrato de Emiliano Zapata y una bandera nacional.

En la columna se sumaron 83 escuelas. Algunos asistentes llevaban la boca cubierta, otros, tenían una cinta en los labios en forma de cruz. No solo había estudiantes, también ciudadanas y ciudadanos que los apoyaban. Se realizó una columna humana que protegía a los participantes de la marcha… No iba a haber sorpresas por parte de infiltrados, no esta vez, los estudiantes querían estar seguros de eso.

Los muchachos llevaban los dedos y los brazos con forma de “V”, era la letra inicial de la palabra “venceremos”. Y lo hicieron, por lo menos en ese momento, porque ni policías, ni soldados, ni granaderos, ni porros, ni provocadores pudieron interferir con ella, la tercera marcha multitudinaria del movimiento del 68 (la última así de grande antes de la matanza).

 

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