
Por Gildo Garza
El negocio del huachicol en Tamaulipas tiene raíces que se remontan a finales de los noventa y principios de los dos mil, cuando el Cártel del Golfo, bajo Osiel Cárdenas Guillén, y sus brazos armados conocidos como Los Zetas, controlaban gran parte del contrabando de hidrocarburos en el noreste. Diversas investigaciones periodísticas y testimonios de la época señalaron la participación de empresarios locales en ese circuito de combustible ilegal.
Entre los nombres mencionados históricamente aparece la empresa GOR, vinculada a José Ramón Gómez Reséndez, padre del hoy senador morenista José Ramón Gómez Leal. De acuerdo con crónicas y versiones públicas, GOR figuró entre las primeras firmas señaladas por autoridades y medios como intermediarias en el trasiego de hidrocarburos en la región.
Ese modelo, lejos de extinguirse, parece haberse reciclado en nuevas redes de influencia. En la actualidad, voces locales han señalado vínculos entre operadores del llamado carmonismo y funcionarios en ejercicio. En particular, en torno al alcalde de Ciudad Victoria, Eduardo Gattás Báez, se han publicado versiones que lo ubican cercano al fallecido empresario Sergio Carmona Angulo, conocido como “El Rey del Huachicol”. Tras su asesinato en Nuevo León, algunas fuentes periodísticas han documentado la continuidad de contratos y servicios ligados a empresas familiares de Carmona.
A ello se suman señalamientos recientes sobre la operación de pipas particulares que, además de combustible, abastecen agua en comunidades de Victoria, Padilla y Gómez Farías. Estos negocios han generado críticas en sectores sociales por la opacidad en la gestión y por el posible conflicto de interés en el uso de recursos públicos y privados.
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El saldo de este entramado no es sólo político. En los últimos años, al menos un empresario ha sido reportado como desaparecido y más de una decena de periodistas han denunciado amenazas tras investigar estos temas. Un patrón que refuerza la percepción de riesgo y de impunidad alrededor del negocio del combustible y del agua.
Así se dibuja un panorama donde, según analistas locales, convergen personajes de Morena con diferentes padrinazgos: un senador vinculado políticamente a Adán Augusto López Hernández y un alcalde señalado como heredero político del carmonismo. Ninguno ha enfrentado hasta ahora consecuencias judiciales.
El contexto no puede ignorarse: ayer, en su cuarto informe, Lalo Gattás habló de “Victoria más segura” mientras la capital sigue acumulando más de dos décadas de rezago. Para muchos habitantes, la capital de Tamaulipas se ha convertido en símbolo de abandono, promesas incumplidas y sospechas de corrupción que, lejos de aclararse, se enredan con cada nueva administración.