
Más de 2,500 personas fueron evacuadas por lluvias extremas en Buenos Aires, donde calles, rutas y hogares quedaron bajo el agua en menos de un día
Un temporal sin precedente azotó la provincia de Buenos Aires y su capital, dejando a miles de personas sin hogar y provocando el cierre de rutas clave. En apenas 24 horas, se registraron más de 425 milímetros de lluvia en algunas zonas, una cifra cinco veces superior al promedio mensual de mayo. La emergencia afecta especialmente al norte de la provincia, incluyendo las localidades de Zárate y Campana, donde cientos de vecinos debieron ser evacuados o se autoevacuaron.
Hasta la tarde del sábado, fuentes del gobierno provincial estimaban que el número de personas desplazadas superaba las 2,500, aunque admitieron que la cifra seguía cambiando constantemente. El fenómeno meteorológico también ha golpeado con fuerza el Área Metropolitana de Buenos Aires, una de las zonas urbanas más densamente pobladas de América Latina, con aproximadamente 15 millones de habitantes.
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En Zárate, el director de Coordinación de Emergencias, Emiliano Riberas, declaró que “tuvimos un total de 425 milímetros en las últimas 24 horas, una locura, nunca había pasado algo así”, y alertó sobre zonas donde el nivel del agua supera los hombros de las personas. En esta localidad, alrededor de 200 personas fueron alojadas en centros deportivos, aunque el intendente Marcelo Matzkin advirtió que podrían ser muchas más.
Campana, otra ciudad afectada, presentó escenas dramáticas. Vecinos de barrios bajos como San Cayetano esperaron ayuda en los techos de sus viviendas completamente inundadas. “Perdimos todo lo que teníamos, por lo que hemos luchado todos estos años”, dijo con resignación Manuel Sánchez, uno de los evacuados. “No tenemos paradero ahora”, añadió.
El impacto también se extendió a la infraestructura vial. Varias rutas quedaron bajo el agua debido al desborde de arroyos y ríos, entre ellas la autopista nacional 9, una de las más importantes del país, que conecta Buenos Aires con la frontera norte. Camiones y autobuses quedaron atrapados durante horas sin posibilidad de avanzar. En algunos casos, los pasajeros, incluidos menores en viajes escolares, pasaron la noche dentro de los vehículos sin acceso a ayuda.
Daniel, conductor de uno de los autobuses, relató a un medio local: “Estamos bajo un caudal de agua terrible, con 44 pasajeros arriba… tenemos adentro 10 centímetros de agua (…) esto es un mar”.
El gobierno nacional y provincial activaron planes de emergencia que incluyen el despliegue de brigadas, vehículos de rescate y la entrega de víveres, mantas, ropa seca y colchones. Sin embargo, las labores se han visto dificultadas por la inaccesibilidad de algunos sectores, donde las condiciones impiden el ingreso de personal o maquinaria.
Según el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional argentino, las lluvias podrían intensificarse nuevamente durante la noche del sábado y la madrugada del domingo, especialmente en la franja norte de la provincia. “Lo normal para que llueva en mayo suele rondar los 70 u 80 milímetros en todo el mes”, explicó la meteoróloga Cindy Fernández. “Así que esto quintuplicó lo que suele llover. Y todavía queda todo el día”.
Este episodio evoca las trágicas inundaciones de marzo pasado en Bahía Blanca, donde una tormenta similar dejó 18 muertos y pérdidas materiales estimadas en 400 millones de dólares. La situación actual vuelve a poner en el centro del debate la preparación de las ciudades argentinas ante fenómenos extremos cada vez más frecuentes.
El panorama sigue siendo incierto. Las autoridades piden a la población mantenerse informada, evitar desplazamientos innecesarios y colaborar con los cuerpos de emergencia. Mientras tanto, miles de familias enfrentan la difícil tarea de recuperar lo perdido o esperar, aún aisladas, la llegada de ayuda.