
En Ecuador hallan ámbar de 112 millones de años que conserva insectos fosilizados, ofreciendo una visión única del ecosistema del Cretácico
Investigadores en Ecuador han realizado un hallazgo que arroja nueva luz sobre la vida en Sudamérica durante el Cretácico. En la selva amazónica, específicamente cerca de la ciudad de Archidona, provincia de Napo, se encontró ámbar que conserva fósiles de insectos con una antigüedad de 112 millones de años. Entre los ejemplares descubiertos se encuentran avispas, mosquitos, moscas, escarabajos y otros pequeños organismos atrapados en la resina que con el tiempo se fosilizó. Incluso se preservaron fragmentos de telarañas, lo que brinda información excepcional sobre los ecosistemas de esa era.
El ámbar es resina de árbol fosilizada que en ocasiones captura animales, plantas y hongos antes de endurecerse. Los trozos extraídos en Ecuador fueron encontrados junto con sedimentos que contenían restos vegetales fosilizados, lo que ayuda a reconstruir con mayor precisión la flora y fauna de hace más de cien millones de años. La mayoría de los yacimientos de ámbar del Cretácico se ubican en el hemisferio norte, por lo que este descubrimiento constituye el mayor yacimiento de esa era documentado en Sudamérica.
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La región donde se encontró el ámbar formaba parte de Gondwana, la masa continental antigua que dio origen a Sudamérica, África, la Antártida, Australia, la península arábiga y el subcontinente indio. “Encontrar un nuevo yacimiento de esta importancia en el antiguo continente de Gondwana aporta información muy valiosa de una región de la que hasta ahora teníamos pocos datos sobre los organismos que vivían en ella”, explicó Xavier Delclòs, paleoentomólogo de la Universidad de Barcelona y autor principal del estudio publicado en Communications Earth & Environment.
Entre los insectos descubiertos se incluyen mosquitos —tanto del tipo que pica como del que no—, avispas, escarabajos, tricópteros y pulgones. “El ámbar conserva esencialmente los exoesqueletos de pequeños organismos del pasado. La conservación de estas estructuras externas es tan excelente que, al microscopio, pueden parecer organismos recién muertos y, sin embargo, tienen millones de años”, detalló Delclòs.
La paleoentomóloga Mónica Solórzano Kraemer, del Instituto de Investigación Senckenberg en Fráncfort, indicó que el análisis de estos fósiles, basado en la ecología de insectos actuales similares, permite inferir cómo era el ecosistema en el que vivían. Además, el hallazgo ayuda a comprender la transición de los bosques de gimnospermas hacia los actuales bosques dominados por angiospermas, según Delclòs, lo que ofrece una ventana inédita a la evolución de la vegetación y la fauna de Sudamérica en la era de los dinosaurios.
Este descubrimiento no solo amplía el conocimiento sobre la diversidad de insectos antiguos en el continente, sino que también consolida a Ecuador como un sitio clave para estudiar la vida prehistórica y la dinámica de los ecosistemas durante el Cretácico.