
Cada 29 de julio se recuerda el sufrimiento del desamor con una fecha que valida el impacto emocional real de una ruptura o un amor no correspondido
Aunque no figura en calendarios oficiales ni es promovido por instituciones internacionales, el 29 de julio se ha convertido en una fecha con fuerte carga emocional: es el Día Internacional del Mal de Amores. Esta conmemoración no institucionalizada ha ganado popularidad principalmente en redes sociales, donde miles de personas la reconocen como un espacio simbólico para hablar del desamor y sus efectos reales en la salud emocional.
El origen de esta efeméride se remonta a México, donde hace más de una década comenzó a circular como una propuesta entre amigos marcados por rupturas sentimentales. Desde entonces, la iniciativa ha cruzado fronteras gracias al entorno digital, convirtiéndose en un fenómeno que combina humor, reflexión y salud mental colectiva.
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Especialistas en psicología coinciden en que el llamado “mal de amores” es más que una figura poética. Es un duelo legítimo. Tristeza profunda, insomnio, ansiedad, pérdida de apetito e incluso malestares físicos son reacciones frecuentes cuando el amor no es correspondido o una relación llega a su fin. “No sólo se pierde a la pareja, se pierde una parte de uno mismo que se definía en esa relación”, explican profesionales del área.
El dolor por desamor no distingue edad ni género. Puede afectar a un adolescente tras su primer rechazo, o a un adulto después de una separación prolongada. Tampoco hay una única forma de sobrellevarlo: algunos lo enfrentan escuchando canciones tristes en la intimidad, otros buscan apoyo profesional, y hay quienes transforman su experiencia en expresiones creativas o actos simbólicos como quemar cartas, escribir poemas o asistir a círculos de lectura emocional.
En palabras del psicólogo Luis Flores, “cada corazón roto cuenta una historia única, pero todas merecen ser escuchadas”. Su consejo es claro: “darle al dolor un espacio, pero no la vida entera”.
Desde la ciencia, también se ha demostrado que el desamor duele de manera literal. Un estudio publicado en The Journal of Neurophysiology (2011) reveló que al ver imágenes de una expareja tras una ruptura, el cerebro activa las mismas regiones asociadas al dolor físico, como la corteza cingulada anterior y la ínsula. En otras palabras, lo que muchos sienten como una punzada en el pecho no es sólo metáfora.
En México, según cifras del INEGI, el 33% de los adultos ha reportado haber experimentado síntomas de depresión o tristeza profunda, con las rupturas amorosas como una de las principales causas. Frente a este panorama, diversas ciudades como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México han impulsado, especialmente alrededor del 29 de julio, iniciativas como talleres de contención emocional, conciertos temáticos, y espacios de terapia grupal o expresiva.
El Consejo Nacional de Salud Mental también reconoce el valor de las herramientas culturales y comunitarias para procesar el duelo amoroso. La música, la escritura o el acompañamiento afectivo pueden tener efectos positivos cuando se combinan con atención terapéutica profesional.
Aunque para algunos este día pase inadvertido, para muchos otros representa una oportunidad para sanar, compartir o simplemente sentirse comprendidos. Al mismo tiempo, abre la posibilidad de preguntarse: ¿me duele esta fecha o me recuerda que estoy bien correspondido? Porque si bien el 29 de julio es un día pensado para los corazones rotos, también puede ser una invitación a valorar las relaciones sanas y conscientes.
Ya sea en medio del llanto, con una taza de café o a través de una playlist melancólica, este día nos recuerda que amar —y sobrevivir a ello— es una experiencia profundamente humana.