
La agresión a “Don Nico”, un comerciante conocido por regalar helados y denunciar el abandono urbano, mantiene a todo Salvatierra en incertidumbre sobre su salud
La comunidad de Salvatierra, Guanajuato, vive días de tensión y tristeza tras el ataque contra Nicolás, mejor conocido como Don Nico, un heladero muy querido por su gente y propietario de las tradicionales “Helados Nico”. El hombre fue baleado el pasado martes 7 de octubre mientras realizaba una transmisión en vivo para mostrar el mal estado de las calles del municipio, lo que ha causado gran conmoción entre vecinos y clientes.
Durante la grabación, Don Nico caminaba por una vialidad llena de baches cuando se escucharon varios disparos. En cuestión de segundos, la transmisión captó el momento en que el comerciante cayó al suelo, dejando en shock a quienes lo veían en tiempo real.
Aunque el caso ha tenido un fuerte impacto en redes sociales, hasta la mañana del 8 de octubre las autoridades no han confirmado oficialmente su estado de salud. Versiones extraoficiales señalan que fue trasladado de emergencia a un hospital cercano, pero ni su familia ni las autoridades han emitido declaraciones públicas sobre su evolución.
Los comentarios en su página de Facebook reflejan la preocupación de la comunidad. “Queremos saber cómo está Don Nico, toda Salvatierra está con él”, escribió una usuaria, mientras otros vecinos han pedido a las autoridades esclarecer los hechos y garantizar su seguridad.
Un hombre querido por su comunidad
Más allá de la tragedia, Don Nico es recordado por su espíritu alegre y solidario. En fechas especiales solía regalar helados a los vecinos, gesto que se convirtió en una tradición local. Durante el Día del Padre, compartió un mensaje en redes sociales que resume su carácter festivo:
“Ahora le tocó una nieve gratis a los papás, es mejor la convivencia familiar que andar con las caguamas, ¿apoco no?”
Su negocio, “Helados Nico”, se había posicionado como un símbolo de convivencia en Salvatierra. Ofrecía sabores poco comunes como garambullo, beso de ángel, testal de camote, guanábana, tequila y ponche, preparados de manera artesanal. Incluso, migrantes en Estados Unidos solían enviar encargos para sus familiares en el municipio, muestra del cariño que la comunidad local y la diáspora sentían por él.
Tres sucursales y un legado
Según publicaciones en sus redes sociales, Don Nico logró abrir tres sucursales en el municipio: una en la Calle Deportiva #100 y otra en Vasco de Quiroga #78, ambas en Urireo, además de una más en Juárez #40, en la comunidad de San Miguel Eménguaro. Estos locales se convirtieron en puntos de encuentro para familias, niños y jóvenes que crecieron con sus helados y su trato amable.
La transmisión que terminó en tragedia
El video que originó la conmoción duró más de 40 minutos. En él, Don Nico señalaba los baches y la falta de mantenimiento en las calles de Salvatierra. Poco antes del ataque, se despide de su esposa y sus hijos con la frase que heló a sus seguidores:
“Ya me mataron.”
Ese momento marcó el punto más trágico de la transmisión y desató una ola de mensajes de solidaridad. Muchos de sus seguidores coinciden en que su denuncia buscaba mejorar la vida de sus vecinos, no generar conflicto.
Entre la incertidumbre y la esperanza
Hasta ahora, la situación de Don Nico sigue sin esclarecerse. La falta de información oficial ha alimentado rumores, pero la comunidad mantiene la esperanza de que el comerciante sobreviva y pueda regresar a su negocio, que hoy permanece cerrado.
Más allá de la tragedia, su historia representa a los pequeños empresarios que, con esfuerzo y cariño, construyen identidad en sus comunidades. Para los habitantes de Urireo, San Miguel Eménguaro y la cabecera municipal, “Helados Nico” no es solo un negocio: es parte de la memoria colectiva.
El caso de Don Nico también evidencia los riesgos que enfrentan quienes se atreven a denunciar públicamente el abandono urbano. Su nombre se ha convertido en un símbolo de resistencia ciudadana y en un llamado a la empatía y la justicia en una región golpeada por la violencia.