
Hallado moribundo con ropas desconocidas en una taberna de Baltimore, Edgar Allan Poe murió sin saber que transformaría para siempre la literatura universal
El 3 de octubre de 1849, un hombre fue encontrado desorientado frente a una taberna en Baltimore. Vestía ropas que no le pertenecían, apenas podía hablar y no recordaba cómo había llegado ahí. Cuatro días después, murió pronunciando sus últimas palabras: “Señor, ayuda a mi pobre alma”. Ese hombre era Edgar Allan Poe, uno de los escritores más influyentes de la historia.
A 176 años de su muerte, el misterio que rodea su final sigue tan vigente como su legado. Su vida, marcada por la tragedia, la genialidad y la pobreza, dio forma a una obra que cambió para siempre la narrativa moderna. Fue el creador del relato detectivesco, un pionero del terror psicológico y un precursor de la ciencia ficción.
Nacido en Boston en 1809, quedó huérfano siendo niño y fue criado por el matrimonio Allan en Virginia. Su relación con su padre adoptivo fue tensa, y esa herida se reflejó en sus escritos. Estudió en la Universidad de Virginia, donde destacó por su brillantez, pero también por sus problemas con el juego y el alcohol. Su rebeldía lo acompañaría toda la vida.
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Publicó su primer libro, Tamerlán y otros poemas, a los 18 años, iniciando una carrera literaria errática pero intensa. La pobreza fue una constante, pero su talento lo llevó a convertirse en editor y crítico literario, conocido por su estilo severo, al que él mismo llamó tomahawk criticism.
La muerte fue su compañera constante. Su madre y más tarde su esposa, Virginia Clemm, murieron de tuberculosis. Esta pérdida marcó profundamente su obra poética, visible en textos como El cuervo, Annabel Lee y Las campanas, donde el duelo y la belleza se entrelazan con una cadencia musical inconfundible.
En 1841, con Los crímenes de la calle Morgue, Poe dio vida al detective C. Auguste Dupin, antecedente directo de Sherlock Holmes. Con este personaje, fundó las bases del relato policial moderno. Su maestría en el cuento también se manifestó en obras como El corazón delator, La caída de la casa Usher y El pozo y el péndulo, exploraciones inquietantes de la culpa, la locura y el subconsciente.
Su obra no se limitó al terror. En textos como Eureka: A Prose Poem (1848), reflexionó sobre el origen del universo con intuiciones tan precisas que hoy se consideran precursoras de la teoría del Big Bang. Astrofísicos como Alberto Rojo y Mario Livio han destacado el carácter visionario de este ensayo.
De acuerdo con la Maryland Historical Society, Poe fue hallado frente a la taberna Gunner’s Hall y llevado al Washington College Hospital, donde falleció el 7 de octubre de 1849. Las causas de su muerte siguen sin esclarecerse: se ha hablado de delirium tremens, encefalitis, intoxicación o incluso cooping, una práctica electoral fraudulenta común en la época.
El Edgar Allan Poe Museum de Richmond reportó en 2023 un incremento del 25% en sus visitantes, y las celebraciones por el aniversario 175 de su muerte incluyeron lecturas simultáneas de El cuervo en más de 25 ciudades de América.
Poe fue traducido por Baudelaire, admirado por Lovecraft, citado por Borges y reinterpretado por Cortázar, quien lo consideraba uno de los pilares del cuento moderno. Su influencia también llegó a Rubén Darío, Leopoldo Lugones y José Juan Tablada, quienes difundieron su obra en América Latina a inicios del siglo XX.
Edgar Allan Poe murió a los 40 años, sin imaginar que su nombre sería sinónimo de misterio y de arte literario. Su vida breve y atormentada se convirtió en leyenda, y su obra, en una huella indeleble que sigue resonando en cada historia donde el miedo y la belleza conviven.