
“Michi” se ha vuelto el apodo favorito de los internautas para referirse a los gatos, pero su origen es más antiguo y diverso de lo que parece
En el universo digital y entre los amantes de los felinos, la palabra “michi” se ha convertido en un sinónimo entrañable de gato. Aunque se asocia con memes y redes sociales, el término tiene antecedentes que se remontan a culturas originarias y procesos de mestizaje lingüístico. Pero ¿de dónde proviene realmente esta expresión tan popular?
Una de las teorías más aceptadas por lingüistas señala que el término podría tener raíces indígenas. Lenguas mesoamericanas como el náhuatl usaban “miztli” para referirse a grandes felinos como el jaguar, aunque también denotaba su pertenencia al mundo felino. Otras variantes incluyen “mixi” en otomí, “miis” en maya, “misitu” en purépecha, “mìisi” en tarahumara o “mish” en chontal. Esta diversidad sugiere que los gatos eran conocidos desde tiempos prehispánicos, al menos en su forma silvestre.
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Otra explicación se relaciona con la llegada de los españoles al continente americano. De acuerdo con el INAH, los navegantes europeos transportaban gatos domésticos en sus embarcaciones como parte de las medidas para el control de plagas. En la península ibérica, era común que se llamara a los gatos con expresiones como “mish mish” o “mishi mishi”. Esto pudo haber influido en las comunidades indígenas, quienes adoptaron esos sonidos como parte de su vocabulario cotidiano, fusionándolos con sus propias lenguas. Así habría surgido una pronunciación adaptada: “michi”.
Una tercera hipótesis plantea que el término nació como una onomatopeya. Escuchar a un gato maullar, especialmente a un cachorro, puede dar la impresión de un sonido similar a “miii”, lo cual explicaría por qué algunos nombres de animales derivan directamente de los ruidos que emiten. Ejemplos similares se encuentran en otros idiomas: en inglés se usa “meow”, en japonés “nyan” y en español, “miau”.
Finalmente, está la teoría más contemporánea, según la cual el apodo habría nacido y alcanzado su auge gracias al ecosistema digital. Desde inicios de la década de 2010, comenzaron a circular imágenes virales de gatos acompañadas de frases como “cuando el michi se ofende” o “yo viendo al michi romper mi planta otra vez”. Estas publicaciones multiplicaron el uso del término en redes sociales, chats, tiendas de mascotas e incluso en campañas publicitarias.
A nivel internacional, las formas de referirse a los gatos varían según la cultura. En Estados Unidos, se usan términos como “kitty” o “furball”; en Francia, se prefiere “minou”; en Alemania, “mieze” o “miez”. En Japón, el sonido “nyan” es muy común como apodo, mientras que en Brasil predominan “gatinho” o “miau”.
Más allá de su origen preciso, lo cierto es que “michi” ha dejado de ser solo un apodo y se ha convertido en una expresión universal de afecto y ternura. Su adopción masiva en el lenguaje cotidiano refleja no solo el cariño hacia los gatos, sino también el poder del lenguaje en evolución dentro de la era digital.