
La actriz atribuye su piel radiante a consejos caseros heredados de su abuela.
Salma Hayek, reconocida por su impecable piel a lo largo de los años, ha compartido en diversas entrevistas que su rutina de cuidado no depende de costosos tratamientos o productos de lujo, sino de enseñanzas heredadas de su abuela en su natal Coatzacoalcos, Veracruz.
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Desde pequeña, la actriz presenció cómo su abuela preparaba cremas caseras utilizando ingredientes accesibles pero altamente eficaces como vitamina E, glicerina, aloe vera y vitamina A. Esta práctica, más cercana a la sabiduría ancestral que a la cosmética comercial, definió el enfoque de Hayek hacia la belleza: natural, constante y libre de artificios invasivos.
Uno de los consejos más inusuales que Salma sigue hasta hoy es no lavarse el rostro por la mañana. Según explicó en una entrevista con Vogue México, su abuela le enseñó que la piel genera aceites reparadores durante la noche que no deberían eliminarse al despertar. En su lugar, Hayek opta por rociar su cara con agua de rosas y presionar ligeramente con una toalla caliente para activar la circulación y conservar esos nutrientes naturales.
“El agua de rosas calma y refresca la piel, y usarla con una toalla tibia ayuda a que sus propiedades penetren mejor”, explicó la actriz.
Por las noches, su rutina es más intensa. Utiliza aceite de coco como desmaquillante por su capacidad hidratante, y finaliza con un tónico a base de agua floral. Para exfoliarse, prefiere mascarillas artesanales, como una mezcla de avena molida, miel y leche de almendras, que suaviza sin agredir.
A sus 58 años, Hayek afirma que esta filosofía basada en el respeto a los procesos naturales del cuerpo ha sido su mayor secreto. Su rutina, lejos de seguir modas o tendencias, demuestra cómo el conocimiento transmitido por generaciones puede convertirse en un ritual efectivo y atemporal.
Con información de Excelsior