
El narcotraficante sinaloense, capturado en 2024, admitió su responsabilidad en dos cargos de narcotráfico tras décadas al frente del Cártel de Sinaloa.
Ismael Zambada García, mejor conocido como “El Mayo” Zambada, figura histórica del narcotráfico en México y líder del Cártel de Sinaloa, se declaró culpable en una corte estadounidense de dos delitos vinculados al tráfico de drogas. Su admisión de culpabilidad ocurre un año después de ser arrestado en El Paso, Texas, tras una traición orquestada por Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
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De agricultor a capo del narcotráfico
Nacido el 1 de enero de 1948 en El Álamo, Sinaloa, Zambada inició su carrera criminal cultivando marihuana y amapola. Durante los años ochenta se integró al Cártel de Guadalajara, y con su caída, fundó junto a otros capos el Cártel de Sinaloa, organización que con el tiempo se convirtió en la más poderosa del hemisferio.
Su fortaleza siempre estuvo en la logística y las alianzas estratégicas, lo que le permitió expandir operaciones en América, Europa y Asia, controlando el tráfico de cocaína, metanfetaminas, marihuana y más recientemente, fentanilo.
Un líder de bajo perfil
A diferencia de otros jefes criminales, El Mayo se distinguió por mantenerse lejos de los reflectores. Prefería delegar las operaciones violentas y evitar enfrentamientos directos, lo que le permitió permanecer fugitivo durante más de cuatro décadas.
Incluso tras la caída de su socio, “El Chapo” Guzmán, extraditado en 2017, Zambada logró esquivar capturas hasta 2024. Durante el juicio de Guzmán, su hijo Vicente Zambada Niebla testificó en contra del capo, revelando secretos de la organización.
Familia y sucesión
La estructura del cartel también incluyó a los hijos de El Mayo, conocidos como “Los Mayitos”, quienes ocuparon posiciones clave. Sin embargo, varios enfrentaron detenciones y procesos judiciales en Estados Unidos. Vicente, por ejemplo, fue arrestado en 2009 y posteriormente colaboró con las autoridades norteamericanas.
El legado del Mayo
En entrevista con la revista Proceso en 2010, Zambada reconoció que vivía en constante movimiento y que resultaba casi imposible atraparlo. Ese perfil itinerante, sumado a su red de protección, prolongó su liderazgo.
Hoy, con su declaración de culpabilidad en Estados Unidos, el futuro del hombre que marcó la historia del narcotráfico mexicano se torna incierto. Sin embargo, su influencia en el Cártel de Sinaloa y en el tráfico global de drogas ya forma parte de la historia criminal contemporánea.
Con información de Excelsior