
Por años, se ha hablado de túneles ocultos bajo el Palacio de Bellas Artes; registros históricos recientes alimentan la posibilidad de que el mito sea real
El Palacio de Bellas Artes no solo es símbolo de la cultura y la arquitectura de la capital mexicana, también ha sido escenario de historias envueltas en misterio. Uno de los relatos más persistentes gira en torno a supuestos túneles secretos que se extienden bajo su estructura, conectándolo con otros puntos del Centro Histórico. Esta versión ha circulado por generaciones, generando curiosidad entre visitantes, cronistas y expertos en historia urbana.
Las primeras versiones sobre estos pasadizos datan del Porfiriato, cuando se decía que fueron diseñados para permitir el desplazamiento seguro de autoridades en caso de conflictos sociales. Otras teorías más recientes los relacionan con rutas clandestinas para artistas o vías de almacenamiento.
Revisar los archivos oficiales permite dar luz sobre estas leyendas. Informes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), junto con investigaciones de cronistas urbanos, revelan que efectivamente existen estructuras subterráneas construidas en la época virreinal en diversas zonas del Centro Histórico. Aunque no hay evidencia directa de que todos estos túneles se conecten con Bellas Artes, varios de ellos fueron usados en el pasado como sistemas de drenaje, bodegas o rutas de escape.
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Durante trabajos de excavación vinculados al Metro y a proyectos de restauración en el área, personal técnico ha reportado hallazgos de túneles abovedados y estructuras colapsadas cerca del recinto cultural. Algunas de estas construcciones fueron selladas por motivos de seguridad, pero quedaron debidamente documentadas. Planos antiguos y reportes del Archivo General de la Nación sugieren la presencia de una red subterránea más extensa de lo que se creía.
Existen incluso testimonios de trabajadores del propio Palacio que han mencionado la existencia de accesos clausurados o habitaciones cerradas al público general, ubicadas en áreas de mantenimiento. Aunque ninguna autoridad ha validado públicamente la existencia de un túnel activo bajo Bellas Artes, el hecho de que no se niegue categóricamente ha contribuido a mantener viva la historia.
Cabe recordar que los túneles eran una construcción frecuente en el México colonial. Cumplían funciones prácticas: facilitaban la comunicación entre conventos o edificios administrativos, permitían el traslado discreto de personas y mercancías, y ayudaban a sortear las constantes inundaciones del valle.
Hasta ahora, no se ha abierto al público ninguna entrada visible que confirme estos relatos. Sin embargo, muchas voces sostienen que existen accesos dentro del inmueble que conducen a zonas restringidas. Sin pruebas concluyentes ni desmentidos tajantes, el misterio continúa latiendo bajo los cimientos de uno de los recintos culturales más importantes del país.