
En una excursión de tres semanas en Montana, con el teléfono en modo avión, Fred Ramsdell se enteró por su esposa de que había recibido el Nobel de Medicina.
Durante tres semanas, el científico estadounidense Fred Ramsdell permaneció completamente desconectado del mundo mientras recorría los parajes montañosos de Montana. Sin acceso a internet ni señal telefónica, no tenía idea de que su vida estaba por cambiar: había sido galardonado con el Premio Nobel de Medicina 2025. Fue su esposa quien, al recuperar la conexión, le dio la noticia que el comité Nobel llevaba horas intentando comunicarle.
De acuerdo con el New York Times, Ramsdell realizaba una extensa excursión por la naturaleza cuando se anunció su reconocimiento. El investigador había mantenido su teléfono en modo avión durante todo el viaje, sin imaginar que mientras tanto periodistas, colegas y representantes del Nobel intentaban localizarlo con insistencia.
La pareja decidió detenerse en una zona con señal en el estado de Montana, momento en que su esposa descubrió decenas de mensajes y llamadas acumuladas. Solo entonces Ramsdell supo que había sido distinguido con el máximo galardón de la medicina.
El comité Nobel confirmó que, tras varios intentos fallidos, finalmente lograron hablar con el científico el martes por la mañana. Ramsdell incluso trató de devolver la llamada al secretario general de la Asamblea Nobel, Thomas Perlmann, pero la diferencia horaria con Suecia impidió el contacto inmediato.
El lunes anterior, la empresa Sonoma Biotherapeutics, donde el investigador trabaja, informó a la agencia AFP que su colaborador se encontraba “viviendo su mejor momento” mientras disfrutaba de la naturaleza. Su amigo y cofundador del laboratorio, Jeffrey Bluestone, reconoció que tampoco había logrado comunicarse con él.
El premio fue compartido con Mary Brunkow, de Seattle, y Shimon Sakaguchi, de la Universidad de Osaka, quienes junto a Ramsdell fueron distinguidos por sus investigaciones sobre el sistema inmunitario y el papel de las células T reguladoras en la respuesta del cuerpo ante enfermedades.
A sus 64 años, el científico afirmó al New York Times que suele pasar gran parte de su tiempo libre explorando montañas, una actividad que lo ayuda a mantener el equilibrio entre la ciencia y la naturaleza. Sobre el galardón, se limitó a expresar que se sentía “agradecido y honrado” por el reconocimiento.
Con humor, sus colegas comentaron que, fiel a su estilo, Ramsdell celebró su Nobel lejos del bullicio, en el silencio de las alturas.