
Una campaña de Larousse reivindicó 83 expresiones típicas mexicanas, visibilizando su riqueza y proyectándolas más allá de nuestras fronteras
El lenguaje popular mexicano, cargado de colorido y picardía, ha conquistado no solo a quienes lo hablamos diariamente, sino que ha empezado a resonar en otras partes del mundo gracias a una campaña publicitaria que dejó huella. Hace algunos años, la editorial Larousse, reconocida internacionalmente por sus diccionarios y materiales educativos, lanzó la iniciativa “Que vivan las palabras mexicanas”, logrando lo que por décadas parecía una tarea pendiente: colocar nuestros modismos en un pedestal de orgullo e identidad.

La propuesta no solo fue innovadora, sino profundamente emotiva. Se trató de visibilizar 83 mexicanismos que forman parte del habla cotidiana, pero que rara vez se documentan en espacios formales. Palabras como chido, arrimón, pisto, malacopa o achicopalarse dejaron de ser patrimonio exclusivo de conversaciones informales para exhibirse con orgullo en espectaculares, parabuses y estaciones del metro, especialmente en ciudades como Monterrey, Torreón, Nuevo Laredo, Mexicali, Guadalajara, Puebla, Querétaro y la Ciudad de México.
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Cada cartel ofrecía una definición clara y directa de estos términos, acompañada de un diseño sencillo y atractivo, lo que permitió que el mensaje llegara de forma efectiva a todo tipo de públicos. La campaña desató sonrisas, nostalgia y, sobre todo, un sentido de pertenencia inmediato. En redes sociales, la respuesta fue abrumadora: miles de personas comenzaron a compartir fotos de los anuncios y a comentar cuáles palabras les resultaban más entrañables.

El éxito de la iniciativa radicó en algo muy simple, pero poderoso: el reconocimiento de que el idioma está vivo y cambia con cada generación. México no solo ha adoptado el español, sino que lo ha enriquecido y transformado, dotándolo de matices únicos. Las palabras seleccionadas por Larousse no son simples modismos; son reflejos de una cultura. Expresiones como me achicopalo o andar bien pisto no tienen equivalentes exactos en otros países, porque encapsulan emociones, situaciones y un tono muy específico que solo quienes han vivido en este contexto pueden comprender plenamente.

El impacto cultural de la campaña no se limitó a su circulación inmediata. Con el paso de los años, los carteles se han mantenido vigentes en el imaginario colectivo. En escuelas, maestros han adoptado estas palabras como recurso didáctico para ilustrar cómo evoluciona el lenguaje en contextos reales. Otros las han convertido en ejemplos de cómo una campaña publicitaria puede conectar profundamente con la identidad nacional sin caer en estereotipos.

Larousse, con su prestigio consolidado, dio un paso audaz al legitimar estos términos dentro de su propuesta editorial. Lejos de tratarse de un gesto superficial, esta acción envió un mensaje claro: el español que se habla en México no solo es válido, sino que tiene un valor cultural indiscutible. Es un reconocimiento de que nuestras palabras, incluso aquellas que nunca han pisado un salón de academia, forman parte fundamental de nuestra forma de entender y narrar el mundo.
En un país con más de 120 millones de habitantes, cuya diversidad lingüística abarca decenas de lenguas indígenas y múltiples tradiciones orales, estas 83 palabras son apenas una muestra. Sin embargo, su importancia es incuestionable: cada una guarda una historia, una emoción y una cosmovisión propia.

Hoy, en un contexto donde el lenguaje se adapta a ritmos vertiginosos y muchas veces se simplifica para responder a la inmediatez digital, recordar nuestras propias palabras y seguirlas usando es también una forma de resistencia. La campaña de Larousse no solo rescató vocablos; reavivó el orgullo de nombrar el mundo a nuestra manera.

Así que, la próxima vez que digas que algo está chido o que alguien se puso malacopa, piensa que esas palabras no son simples ocurrencias: son herencia viva de una cultura que sigue reinventándose día a día.
¿Y tú, cuál es la palabra mexicana que llevas siempre contigo, esa que te arranca una sonrisa cada vez que la escuchas?