
Por: Mariana Primero
El viaje de Katy Perry al espacio a bordo del New Shepard, aunque breve, ha dejado una huella profunda en la cultura pop
Con un tiempo de vuelo de apenas 11 minutos, la cantante no solo logró realizar una hazaña que antes estaba reservada a astronautas profesionales (y que hoy en día se concede a quien pueda costearlo), sino que también se convirtió en el centro de un intenso debate en un contexto donde la esfera pública y las redes sociales están más entrelazadas que nunca.
Este efímero recorrido planteó interrogantes significativos sobre el impacto ambiental, la percepción de los artistas en la industria musical y lo que realmente implica para la sociedad que una figura controvertida como Perry emprenda un viaje de tal magnitud. Durante sus casi 20 años de carrera, la cantante ha enfrentado críticas tanto de sus pares como de los críticos musicales, cuestionando su autenticidad artística.
Sin embargo, cabe preguntarse: ¿fue la inclusión de Katy Perry en la tripulación lo que desencadenó la controversia en torno al viaje espacial de Blue Origin, o fue la trivialización de los problemas cotidianos el verdadero factor detrás de la percepción negativa de esta aventura espacial?
En un momento en que el mundo se enfrenta a crisis económicas, políticas y sociales, las acciones de una estrella como Perry pueden interpretarse como una desconexión con las realidades diarias de muchas personas. El regreso de Donald Trump al poder en 2025 marcó el inicio de un periodo caracterizado por una creciente polarización política, dividiendo al país en facciones que a menudo ignoran los problemas comunes que aquejan a la otra parte. La retórica divisiva y las políticas controvertidas de la administración han exacerbado tensiones raciales, económicas y sociales.
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Con una posible recesión a la vista, según pronósticos de JP Morgan, y la incertidumbre generada por decisiones políticas en el ámbito económico, un viaje al espacio parece desconectado de las preocupaciones de aquellos que deben lidiar con cuestiones fundamentales como la salud, la vivienda y la alimentación.
Esto es un claro ejemplo de cómo la retórica populista y las estrategias divisivas han erosionado la confianza no solo en las instituciones, sino también en la opinión pública. Este clima político resuena en la cultura popular, donde las figuras públicas son criticadas por movilizar a sus seguidores y pedir el voto en momentos electorales, pero que, en el resto del tiempo, tienden a encerrarse en burbujas de privilegio, ignorando las realidades cotidianas.
Así, la participación de figuras como Katy Perry en campañas electorales puede verse como un intento superficial de involucrarse en temas importantes, exponiendo un silencio y una continua búsqueda del disfrute de su estatus que, en última instancia, revela su desconexión. Esta desconexión se traduce en una manifestación de cómo la retórica populista y las estrategias divisivas fomentan una falta de confianza, no solo en las instituciones políticas, sino también en la percepción pública hacia aquellos que, a pesar de su influencia, no parecen estar comprometidos con la sociedad.
De este modo, el viaje de Katy Perry al espacio refleja una crítica más amplia hacia una cultura que parece más centrada en la diversión que en la búsqueda de soluciones. Este viaje no es solo un evento sobre exploración; es un reflejo de las diferencias entre lo que se celebra en la cultura pop y lo que realmente recibe la atención del mundo, es por ello esencial que las superestrellas comprendan la responsabilidad asociada a sus plataformas, reconociendo que, en un mundo digitalizado, la voz de cada individuo puede amplificarse y resonar en los ecos de la opinión pública. Por ello, la responsabilidad social no debería ser un compromiso temporal ligado a campañas políticas, sino una constante, un hilo conductor que atraviese el tejido de sus carreras.