
Antes de pisar un escenario, los idols de Kpop enfrentan años de formación intensa que exige disciplina física, mental y artística en todos los niveles
Detrás del glamour de los escenarios, las coreografías sincronizadas y los millones de fans, ser idol de Kpop implica una preparación rigurosa que inicia desde edades tempranas. El modelo coreano de formación artística, conocido como sistema de trainees, ha forjado a algunas de las figuras más populares del pop actual, como BTS, BLACKPINK o Stray Kids.
Este sistema se inicia con una audición, la cual puede realizarse tanto en Corea del Sur como en otros países. Las agencias más reconocidas, como HYBE, SM Entertainment, JYP o YG, buscan talento constantemente mediante convocatorias públicas o scouting. Los aspirantes deben mostrar habilidades vocales, de baile y, en ocasiones, actoral. Incluso sin dominar el coreano, los postulantes extranjeros tienen oportunidad, ya que muchas agencias brindan formación lingüística una vez dentro.
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Quienes logran pasar esta etapa firman un contrato con la empresa, el cual puede extenderse por varios años. Este acuerdo implica dedicarse por completo al entrenamiento, con jornadas que comienzan desde temprano y pueden prolongarse hasta la medianoche. Durante este tiempo, no hay garantía de debutar: algunos permanecen años en formación sin llegar nunca a un escenario.
El día a día de un trainee es tan demandante como el de un deportista profesional. Se imparten clases de canto técnico, entrenamiento físico y baile en múltiples estilos. También reciben instrucción en idiomas, expresión escénica, cultura coreana, comportamiento frente a cámara, historia, etiqueta y hasta imagen pública.
Cada mes, los trainees deben presentarse ante un jurado interno para mostrar sus avances. Las evaluaciones se graban y son analizadas por los entrenadores y directivos, quienes deciden si el aprendiz continúa, repite módulos o queda fuera del programa.
Cuando la agencia considera que un grupo está listo para debutar, selecciona cuidadosamente a los integrantes tomando en cuenta habilidades, afinidad y potencial comercial. Posteriormente, se define el concepto musical y visual, se trabaja la estrategia de posicionamiento y se inician las grabaciones de material promocional, sesiones fotográficas, videoclips y entrenamientos mediáticos.
El camino para convertirse en idol no solo exige talento. Requiere fuerza mental, constancia y una gran capacidad de adaptación. Aunque es un proceso extenuante, ha demostrado ser una fórmula efectiva para crear artistas preparados para un mercado global altamente competitivo. De este modelo han surgido agrupaciones que han conquistado las listas musicales en todo el mundo, prueba de que detrás del brillo escénico hay años de esfuerzo invisible.