
Durante décadas, cada 15 de septiembre en México se liberaban presos para que participaran en las celebraciones del Día de la Independencia
En la historia de México existió una tradición poco conocida que vinculaba las festividades patrias con la libertad temporal de presos. Cada 15 de septiembre, junto al Grito de Independencia y las fiestas populares, algunas cárceles abrían sus puertas para permitir que reos disfrutaran de la celebración.
Ladrones, estafadores y otros convictos eran liberados no solo por unas horas, sino en ocasiones se les indultaba completamente, dándoles la oportunidad de reintegrarse a la vida social sin pagar la condena. La práctica se remonta a Miguel Hidalgo, padre de la patria, quien en 1810 liberó a prisioneros de la cárcel de Dolores para sumarlos a la lucha independentista. Este gesto marcó el inicio de una costumbre que se mantuvo durante décadas y se convirtió en un acto simbólico que reforzaba la celebración de la independencia.
Aunque nunca fue una medida oficial, la tradición se hizo común y, hasta finales del siglo XIX, era esperada por la sociedad. Muchos reos regresaban a sus celdas al concluir las festividades, pero varios aprovecharon la oportunidad para reincidir en delitos, lo que eventualmente provocó el declive de la práctica en gran parte del país.
Sin embargo, Oaxaca mantiene viva esta tradición bajo estrictos criterios. El gobernador puede otorgar indultos a personas encarceladas que no hayan cometido delitos graves, hayan mostrado buena conducta o se encuentren en condiciones vulnerables. En 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador retomó esta medida, permitiendo la liberación de personas sin sentencia, mayores de 75 años sin delitos graves o de 65 con enfermedades crónicas durante las celebraciones patrias.
Así, lo que alguna vez fue un gesto espontáneo inspirado en la lucha independentista, ha evolucionado hacia un acto controlado y simbólico, que busca mantener viva la historia y, al mismo tiempo, ofrecer oportunidades de reintegración para quienes cumplen ciertos requisitos. Esta costumbre histórica refleja cómo las celebraciones del 15 de septiembre han trascendido lo cívico y lo festivo, vinculándose con la justicia y la tradición mexicana.