
En la casa, ubicada sobre la calle Cabo San Agustín, un grupo de jóvenes llevaba horas celebrando con el sonido a niveles excesivos.
La madrugada del domingo en la colonia San Felipe, en Torreón, un padre de familia y sus tres hijos fueron brutalmente atacados luego de acudir a una vivienda rentada a través de una aplicación para solicitar que disminuyeran el volumen de la música.
Lejos de atender la petición, los ocupantes —presuntamente en estado de ebriedad— reaccionaron con violencia y golpearon al padre. Sus hijos, de 17, 16 y 12 años, intentaron intervenir para defenderlo, pero también fueron agredidos. La cantidad de atacantes y su fuerza hicieron imposible que la familia pudiera protegerse.
Tras la golpiza, los cuatro se trasladaron por sus propios medios al Hospital de la Cruz Roja Mexicana en la calle Cuauhtémoc. El padre presentó un probable traumatismo craneoencefálico severo y tuvo que ser hospitalizado; los menores también resultaron con diversas lesiones.
El caso vuelve a poner sobre la mesa las complicaciones relacionadas con el uso de plataformas digitales de renta temporal, que en sus normas prohíben expresamente eventos y fiestas, pero que aun así son utilizadas para ese fin. Las aplicaciones permiten a vecinos presentar quejas, y en caso de comprobarse la falta, el propietario puede ser sancionado con suspensiones e incluso la eliminación de su cuenta.
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No es un fenómeno aislado. En julio, la Dirección de Inspección y Verificación clausuró una casa en Lomas de las Etnias usada como estancia de corta duración donde se realizó una fiesta clandestina con menores consumiendo alcohol. En octubre se ordenó otra clausura tras una celebración de disfraces en la que también participaron adolescentes bebiendo.
La situación coincide con advertencias sobre los riesgos del ruido excesivo. El Instituto Nacional de Rehabilitación “Luis Guillermo Ibarra Ibarra” (INR) señala que la exposición prolongada a música a volumen alto —como la de conciertos, bocinas potentes o audífonos al máximo— puede causar pérdida auditiva irreversible. Su subdirectora de Audiología, Laura Elizabeth Chamlati Aguirre, explicó que las células encargadas de procesar el sonido en el oído interno no se regeneran una vez dañadas, provocando hipoacusia permanente.
Cada año, el INR atiende entre 50 mil y 60 mil pacientes con afectaciones auditivas, muchas de ellas vinculadas al ruido intenso o entornos laborales extremadamente ruidosos. El organismo añade que niveles mayores a 110 decibelios, equivalentes al ambiente de un concierto o una discoteca, pueden ocasionar daños en cuestión de minutos.







