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Fanáticos deportivos, entre la pasión y la locura

Los fanáticos se apropian del éxito del equipo y sus jugadores. Se asumen como una extensión de la propia institución. Razón por la cual se expresan con palabras como “nosotros” o “ganamos” cuando hacen referencia a su equipo

Este domingo el Super Bowl tuvo la atención de millones de fanáticos, seguidores y acompañantes alrededor del mundo. Un evento que no sólo reúne a la afición, también a cientos de marcas que buscan la atención de miles para hacerles llegar sus mensajes.

Pero lejos de los dineros y el guacamole, el Super Tazón es un buen pretexto también para hablar de los fanáticos.

Si, esa raza de espectadores que expresan con pasión exagerada, desmedida, tenaz y hasta cierto punto irracional la defensa de su equipo. Un comportamiento que no sólo se da en los deportes, también en la política, religión, cultura y hasta ciencia, pero pocas veces con el folclor, como en el caso del fanático deportivo.

Y es que un fanático se apropia del éxito del equipo y sus jugadores. Se asume como una extensión de la propia institución. Razón por la cual se expresa con palabras como “nosotros” o “ganamos” cuando hace referencia a su equipo.

Incluso su autoestima está basada en los resultados de los partidos y de la imagen que tenga en ese momento al club que defiende. Por ello la necesidad de justificar o defender cada acción del equipo o jugadores.

En muchas casos este fanatismos va ligado a una defensa territorial. Tenemos ese sentido de pertenencia tan arraigado hacia el equipo porque representa a nuestra ciudad, país o institución educativa. De ahí que nos apropiemos de los colores, estética e incluso valores morales del equipo por encima de las enseñanzas familiares.

En el estadio, el fanático ve en el anonimato una oportunidad catártica para desinhibirse. Ahí salta, llora, se frustra, enoja y deja salir comportamientos que fuera quizá jamás permitiría.

Experimenta una locura parcial que camina en la delgada línea entre el bien y el mal, pues si pierde la nobleza humana o se alegra de la desgracia del otro y agrede al contrario, esto deja de ser normal.

Y es que el fanatismo también refleja las frustraciones más intimas del individuo. Un apego desordenado de nuestra propia opinión. El reflejo de nuestras carencias deportivas o intelectuales que han impedido cumplir nuestros sueños.

Éxitos que vemos reflejados en los jugadores o en el equipo, al cual siendo hinchas o seguidores nos da ese noble sentimiento de pertenencia.

Al final el fanatismo nunca debe alejarnos de nuestra vida diaria o de compromisos laborales. Ni mucho menos atentar contra el bienestar del contrario, pues aunque nos duela la derrota o disfrutemos la victoria, no debemos olvidar que en lo deportivo, estamos ante lo más importante, de lo menos importante. 

 

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