
El prototipo de SpaceX, clave en los planes de Elon Musk para misiones a Marte y la Luna, sufrió una nueva falla durante su más reciente ensayo, al perder el control y desintegrarse en pleno vuelo.
El martes 27 de mayo, SpaceX llevó a cabo el noveno vuelo de prueba de su cohete Starship desde la base de lanzamiento Starbase en Texas. El despegue se realizó con éxito, marcando la primera vez que se reutilizaba un propulsor Super Heavy. Sin embargo, aproximadamente 30 minutos después del lanzamiento, la etapa superior del cohete comenzó a girar sin control debido a una fuga en el tanque de combustible, lo que provocó su desintegración sobre el Océano Índico.
Este incidente representa el tercer fallo consecutivo en las pruebas del Starship, tras las explosiones ocurridas en enero y marzo de este año. En esta ocasión, la misión tenía como objetivo desplegar satélites simulados de Starlink y probar maniobras de reentrada atmosférica, metas que no se lograron debido a la pérdida de control de la nave.
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A pesar de los contratiempos, Elon Musk destacó la importancia de los datos recopilados durante el vuelo para mejorar el diseño y funcionamiento del cohete. SpaceX mantiene su enfoque en una estrategia de desarrollo iterativo, con planes de realizar lanzamientos cada tres o cuatro semanas, en busca de perfeccionar la tecnología necesaria para misiones interplanetarias.
El cohete Starship es fundamental en los ambiciosos proyectos de Musk, incluyendo una misión tripulada a Marte prevista para 2026 y el apoyo al programa lunar Artemis de la NASA. Aunque los recientes fallos han generado críticas y un mayor escrutinio por parte de las autoridades regulatorias, SpaceX continúa avanzando en el desarrollo de esta nave, considerada esencial para el futuro de la exploración espacial.