
El expresidente uruguayo José Mujica expresó su deseo de descansar junto a su perra Manuela, fiel compañera que marcó su vida pública y personal
Durante años, la figura de José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, trascendió fronteras no solo por su estilo austero y su pensamiento político, sino también por su profunda conexión con su entorno personal, especialmente con su perra Manuela. El exmandatario había expresado en vida una última voluntad que dejó ver su lado más humano: quería ser enterrado junto al árbol donde reposan los restos de su querida mascota.
Manuela fue una presencia constante durante el mandato de Mujica y ganó notoriedad mundial al aparecer frecuentemente junto a él en entrevistas, reportajes y encuentros con medios internacionales. Su imagen se volvió tan representativa del estilo de vida del exmandatario como su famoso Volkswagen azul.
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En una entrevista concedida a la cadena CNN, Mujica abordó su visión sobre la existencia y la muerte. Con la franqueza que lo caracterizaba, señaló: “En lo personal pienso que la vida es la aventura de la molécula… Que venimos de la nada y vamos de la nada, pero, ojalá que me equivoque y exista un más allá y todo lo demás”. No obstante, fue en esa misma conversación donde detalló con claridad lo que deseaba que ocurriera con sus restos: “Mi futuro destino está debajo de ese secuoya donde está enterrada Manuela. Cuando me muera me van a quemar y me van a enterrar ahí”.
La historia de Manuela también dejó huella. Vivió más de dos décadas y fue parte inseparable de la vida del exmandatario en su hogar de Montevideo. La perrita de tres patas fue vista en múltiples ocasiones caminando libremente entre los jardines de la residencia, acompañando a Mujica en entrevistas desde su modesta chacra.
Contrario a lo que se pensaba, la amputación de una de sus patas no fue producto de un accidente con maquinaria agrícola, sino consecuencia de una pelea con otro perro, como se encargó de aclarar el propio Mujica en diversas ocasiones.
El vínculo entre ambos era tal que incluso fue usada como ejemplo cuando el expresidente recibió una millonaria oferta por su automóvil Volkswagen, un vehículo que se volvió símbolo de su gestión sencilla. Al respecto, Mujica dijo: “Yo no tengo compromiso con los fierros… Si me plantean por Manuela, la cosa cambia”.
Ese tipo de declaraciones consolidaron aún más su imagen de hombre cercano a la tierra y alejado de lujos, pero profundamente leal a sus afectos, especialmente a los que no tienen voz, como los animales.
Manuela falleció a los 22 años y fue sepultada en el jardín del hogar del exmandatario, justo bajo una secuoya, árbol que Mujica señaló personalmente como el lugar donde también quería descansar cuando llegara su hora.
Más allá de los homenajes oficiales que puedan rendirse a su figura política, el deseo de Mujica de ser enterrado junto a Manuela habla de un legado íntimo, personal y conmovedor, en el que la fidelidad, la sencillez y el amor por los seres vivos definieron su existencia tanto como su activismo y su liderazgo.
Hoy, esa voluntad resume en una imagen poderosa su filosofía de vida: un hombre sencillo, acompañado por su perra, bajo la sombra de un árbol.