
La Liga de Campeones de África vivió un episodio alarmante durante el encuentro entre Al Ahly de Egipto y FAR de Rabat, correspondiente a la segunda jornada del torneo, luego de que una navaja fuera lanzada desde la tribuna y terminara a escasos centímetros del futbolista egipcio Trézéguet.
Lo que debía ser un partido decisivo por la cima del grupo se transformó abruptamente en un hecho internacional cuando el arma blanca cayó sobre la cancha. Los jugadores detuvieron el juego de inmediato y mostraron evidente preocupación. Trézéguet señaló rápidamente el objeto en el pasto, mientras varios de sus compañeros se dirigieron al árbitro para pedir que el encuentro se detuviera y se aplicaran los protocolos de seguridad.
La tensión también se trasladó a las gradas, donde el ambiente se tornó inquietante ante lo ocurrido. Sin embargo, el incidente no quedó ahí. Imágenes captadas por la transmisión revelaron que algunos futbolistas del FAR de Rabat intentaron bloquear la visión del cuerpo arbitral para evitar que notaran la presencia del arma.
Segundos después, la controversia subió de tono: un jugador suplente del equipo marroquí, distinguible por su peto, recogió la navaja del césped y la escondió dentro de su short, en una maniobra evidente de ocultamiento. La acción fue registrada por las cámaras y se viralizó de inmediato, generando críticas generalizadas por considerarse un gesto antideportivo e inaceptable.
Tras el final del partido, figuras del futbol africano condenaron el episodio y demandaron explicaciones. El caso ya es considerado uno de los más graves ocurridos en la competición en los últimos años, no solo por el riesgo físico para los jugadores, sino por el intento de encubrimiento dentro del propio campo.
La Confederación Africana de Futbol (CAF) analiza sanciones tanto para la persona responsable de arrojar el arma como para los integrantes del FAR involucrados en la ocultación. Especialistas en seguridad han señalado la urgencia de reforzar los controles de acceso a los estadios y garantizar mayor protección a los futbolistas.
El incidente puso en alerta a toda la comunidad futbolística africana y reabrió el debate sobre la necesidad de mejorar los protocolos de seguridad en los encuentros de alto riesgo, recordando que la integridad de los jugadores debe ser prioridad absoluta.







