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La Independencia hecha por hombres de carne y hueso, estos son algunos de sus mitos

Con motivo del 208 aniversario del inicio del movimiento de Independencia, te compartimos algunos datos sobre los principales personajes de esta gesta

Aunque todos conocemos la historia básica de cómo surgió el movimiento insurgente que se gestó en México de 1810 a 1821, y que logró la independencia de nuestro país, algunos datos históricos pueden pasar desapercibidos debido a que no son lo “suficientemente” heroicos para ser contados.

Y es que los héroes que nos dieron Patria y Libertad no dejaron de ser humanos, con sus fortalezas y debilidades, con sus pasiones y sus errores, los cuales impactaron en toda una nación.

Con motivo del 208 aniversario del inicio del movimiento de Independencia, te compartimos algunos datos sobre los principales personajes a los que les debemos el nacimiento de una nueva Nación.

Miguel Hidalgo y Costilla

Muchos historiadores han señalado que si bien Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo-Costilla y Gallaga Mandarte Villaseñor, nombre completo del Padre de la Patria, era un hombre bien intencionado e inteligente, el criollo nacido en Pénjamo, Guanajuato, decidió iniciar el movimiento insurgente movido por deseos meramente personales y no porque deseara buscar una igualdad social.

La historia revela que Hidalgo fue nombrado como párroco de Colima en 1784 como un castigo por el libertinaje del que había hecho gala, así como por sus faltas a la ética ya que gustaba de beber alcohol, salir con mujeres y tenía una adicción a los juegos de azar, además de ser padre biológico de por lo menos cinco hijos.

Aunque todo mundo cree que la madrugada del 16 de septiembre de 1810, Hidalgo tocó personalmente la campana de Dolores para llamar al pueblo a tomar las armas, la verdad es que el campanario no tenía una cuerda tan larga como para tocarla desde el atrio de la parroquia, por lo que se envió al sacristán para que lo hiciera.

La virgen de Hidalgo

El Grito de Independencia se llevó a cabo entre las 4 y las 5 de la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando se realizaba la primera misa del día, es por ello que la gente se congregó en la iglesia y no tanto por la euforia independentista, aunque también existe la versión de que los pobladores se acercaron al pensar que había ocurrido una desgracia luego de escuchar el repique de las campanas.

Además, aunque Hidalgo sí era guadalupano, es falso que tuviera planeado tomar la imagen de la Virgen de Guadalupe como bandera de los insurgentes.

De hecho, al cura literalmente se le apareció la virgen en el camino ya que durante la mañana del 16 de septiembre, unas horas después del grito, Hidalgo y sus hombres llegaron a la iglesia de Atotonilco y decidió tomar un descanso en la sacristía.

A las afueras de la parroquia escuchó que la gente gritaba con júbilo, por lo que al salir se dio cuenta de que ellos habían tomado una imagen de la Guadalupana, la ondeaban y la vitoraban, por lo que la adoptó como estandarte.

Las disputas entre Hidalgo e Ignacio Allende

Contrario a lo que se pudiera imaginar, ambos personajes no mantenían una buena relación, de hecho ésta se complicó desde el mismo día en que se descubrió la conspiración insurgente, pues mientras Allende optaba por esperar un poco antes de iniciar el movimiento, Hidalgo tomó la iniciativa de arriesgarse inmediatamente.

Esta decisión provocó que Allende quedara como el segundo al mando de un movimiento que, en teoría, él iba a comandar.

El distanciamiento entre ambos se hizo más notorio una noche en la que el militar le informó al cura sobre las matanzas y saqueos que estaba cometiendo del ejército insurgente, el cual comenzaba a “reclutar” a todo el que quisiera anexarse, convirtiéndose en un grotesco tumulto indisciplinado y mal armado a los ojos de Allende.

Hidalgo toleraba los excesos de su ejército argumentando que el saquear, era un aliciente para permanecer en el movimiento. Este “alcahueteo” provocó que Allende se refiriera a él como “El bribón”.

La soberbia de Hidalgo que casi le cuesta la vida

Las rencillas entre Hidalgo y Allende llegaron a su punto más álgido cuando el párroco se negó a tomar la Ciudad de México después del triunfo en el Monte de las Cruces y el fracaso militar en Aculco, ambos eventos contrarios a la voluntad de Allende.

Además, el cura perdió el piso cuando se dio cuenta de su poder de convocatoria y de que tenía un ejército de más de cien mil personas. Entonces decidió proclamarse “Alteza Serenísima” y dispuso de hombres y vidas, ejecutando en Guadalajara a 300 españoles sin motivo y ni proceso alguno.

Cuando Allende se enteró del suceso lo acusó de egoísta y traidor, y hacia diciembre de 1810 planeó envenenarlo con la única intensión de “salvar el movimiento independentista”.

El militar adquirió veneno para deshacerse de su líder y lo dividió en tres porciones repartidas entre él, su hijo Indalecio y Joaquín Aria; sin embargo el cura siempre traía guardaespaldas y fue imposible acercarse a él y poder asesinarlo.

El verdadero Padre de la Patria

José María Morelos y Pavón fue nombrado el 20 de octubre de 1810 como el jefe insurgente en el sur,  por comisión de Miguel Hidalgo, para llevar el movimiento independentista por toda la región.

Muchos historiadores han señalado que el verdadero título de Padre de la Patria debería pertenecerle a Morelos ya que fue él el máximo estratega militar de los insurgentes, ganando las batallas por el territorio y permitiendo que el movimiento se consolidara.

¿Migraña o racismo?

Morelos usaba un trozo de tela amarrado en la cabeza porque padecía de migraña. Algunas hipótesis de historiadores sugieren que junto con él usaba monedas de cobre o hierbas que le ayudaban contra las cefaleas, aunque también se dice que era mulato y que para evitar ser señalado en ciertos círculos, cubría su cabello rizado con el legendario paliacate.

“Américo Triunfo”

El jefe insurgente José Miguel Fernández Félix se unió a las fuerzas insurgentes en 1812 bajo las órdenes de Hermenegildo Galeana y​ luchó junto a José María Morelos en el Sitio de Cuautla, participando en el asalto de Oaxaca y junto a las tropas de Nicolás Bravo en Veracruz.

Este militar se hizo famoso por sus exitosos ataques contra convoyes militares en Oaxaca y Veracruz hasta 1815, cuando fue derrotado, sin embargo pocos lo conocen por su nombre real.

Y es que en 1813, José Miguel Fernández Félix, envalentonado por haber capturado la ciudad de Oaxaca decidió adoptar el nombre de Guadalupe Victoria convirtiéndose en la burla de su compañero de armas, Manuel de Mier y Terán, quien consideró que ese nombre era tan ridículo como si él quisiera llamarse “Américo Triunfo”.

Guadalupe Victoria fue el único presidente que completó su período constitucional en los primeros 35 años de México como nación independiente. Murió en 1843 a la edad de 56 años víctima de un ataque de epilepsia en la fortaleza de Perote, mientras recibía tratamiento médico.

El bravo más magnánimo

El político y militar Nicolás Bravo perdonó la vida a 200 militares realistas luego de que Morelos le ordenara fusilarlos como represalia a la ejecución de su padre, Leonardo Bravo. Esta acción provocó que todos los perdonados se unieran a las filas insurgentes, y causara la simpatía de sus contrarios al considerarlo un hombre justo.

Gracias a esta fama logró ser presidente de México en tres ocasiones durante 1839, 1842 – 1843 y 1846.

Los restos del monumento a la Independencia

A todos se nos ha dicho que en el Ángel de la Independencia yacen los restos de los insurgentes más valerosos de la gesta heróica. Sin embargo, según estudios del INAH, en ese lugar no sólo descansan los restos de los siervos de la nación, sino también de ciervos reales, es decir, de venados e inclusive algunos niños.

Sobre los restos de José María Morelos y Pavón nadie sabe realmente dónde están, algunas versiones apuntan a que su hijo, Juan Nepomuceno Almonte se deshizo de ellos en el mar europeo luego de ser desterrado por traer a México a Maximiliano de Habsburgo y buscan establecer un Imperio en nuestro país.

De la Independencia al circo

Algunas décadas después de su muerte, los restos momificados de fray Servando Teresa de Mier fueron confundidos con los de supuestas víctimas de la inquisición en el convento de Santo Domingo, en la Ciudad de México, y vendidos a un italiano que poseía un circo de excentricidades. Así, el doctor en teología y filósofo de la Independencia terminó exhibido como una momia en varios lugares de la República.

El proyecto de Independencia que llevaría a México a consolidarse como nación surgió entre contradicciones y desacuerdos entre sus propios iniciadores, y contrario a lo que nos han enseñado en la escuela, no fue una revolución sino una contrarrevolución de las élites coloniales.

 

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