
La inteligencia artificial impulsa soluciones reales en América Latina, donde emprendedores y profesionales aplican IA para innovar en educación, comercio y salud
La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado en América Latina como una herramienta vital para resolver problemas concretos en diversas industrias, desde la educación hasta el comercio, transformando la manera en que se trabaja y se innovan procesos.
Francisco Valdés, doctor en ingeniería de software e investigador en la UNAM, impulsa un laboratorio dedicado a agentes inteligentes. Su startup creó una plataforma que supervisa la actividad del equipo y detecta desviaciones en proyectos para alertar oportunamente. “La IA no es determinista, así que hay que validar resultados con rigor”, señala. Además, observa con optimismo cómo perfiles no técnicos se suman a la creación tecnológica: “El salto de ‘usuario’ a ‘creador’ ya empezó”.
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Desde Colombia, la publicista Camila Rincón destaca la importancia de humanizar la IA. “La IA no piensa por ti; amplifica lo que ya pensaste bien”, afirma, y subraya la necesidad de diseñar chatbots con una lógica que suene auténtica y cercana, alejándose del automatismo.
En Venezuela, la profesora Edith Romero utiliza la IA para hacer más accesible la enseñanza de las matemáticas con su iniciativa Aprendemate, que personaliza el ritmo de aprendizaje y convierte la ecuación lineal en un juego. Ella cree que “el juego asistido por IA baja la barrera de entrada” para estudiantes temerosos.
Elías Acosta, cofundador de Apparta en Colombia, desarrolló un sistema que predice con un 95% de certeza la demanda en restaurantes, logrando un aumento del 15% en ventas. No obstante, critica que América Latina está “al menos cinco años atrasada” respecto a Silicon Valley en la adopción de modelos propios y etiquetado de datos.
Desde México, Elizabeth Arista impulsa en Academia Global el uso responsable de herramientas como ChatGPT para la creación de contenidos y apoyo académico, siempre enfatizando que “la IA no sustituye a los humanos, la lectura ni la responsabilidad académica”.
Gustavo Vargas, emprendedor mexicano, creó Aries AI, una plataforma de agentes inteligentes para distintos sectores que ayuda, por ejemplo, a acelerar cotizaciones identificando productos en lotes embargados. Vargas destaca que “a los mayores de 40 la IA les intimida, pero es donde está la mayor oportunidad si se aterriza con casos reales”.
El médico innovador Santiago Sáez Prato lidera Quantum Heart, enfocada en salud mental y abundancia, y llama a usar la IA con criterio: “No todo debe automatizarse; primero, base sólida y uso responsable”, señala, promoviendo educación para un mejor manejo del miedo frente a la tecnología.
En el ámbito del marketing, Fernando Gurrola, ex presidente de la AMIPCI, considera que la IA puede ser un “ecualizador social” que cierre brechas y fomente movilidad social si se protege la privacidad y se evitan monopolios regulatorios. “El enfoque debe estar en nichos que generen ingresos reales”, concluye.
Juan Pablo Hernández, de la empresa Yalo, destaca la creación de agentes inteligentes que optimizan ventas para grandes marcas, mientras insiste en la necesidad de que la IA se integre a las métricas del negocio y no quede solo en promesas.
Finalmente, el argentino Mario Eberle desarrolló Brokia, una plataforma inmobiliaria que usa IA para ayudar a personas a comprar departamentos en preventa, convencido de que la IA es “infraestructura, no moda”, aunque advierte que el reto es “disciplina e implementación paso a paso”.
La inteligencia artificial representa un cambio de paradigma que ya transforma industrias y la vida cotidiana. América Latina tiene la oportunidad de avanzar de ser consumidores a co-creadores, aprovechando la creatividad humana para convertir desafíos en oportunidades concretas.