
Por Yadira Camarena
No estás siendo informado. Estás siendo perfilado.
No te están convenciendo. Te están calibrando emocionalmente para que reacciones como ellos quieren.
Así funciona hoy la política digital: con inteligencia artificial y sin responsabilidad.
En 2016, un escándalo sacudió a las democracias del mundo: Cambridge Analytica. Una empresa que usó datos de millones de perfiles de Facebook para hacer campañas de manipulación electoral. No es que inventaran mentiras, es que sabían a quién decirle qué mentira y cómo decírsela. Y funcionó.
Eso es tecnopolítica: cuando el poder no solo pasa por lo que se dice, sino por cómo se personaliza la mentira, gracias a tecnología que sabe más de ti que tú mismo.
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Hoy, la inteligencia artificial puede generar noticias falsas en segundos. Videos falsos. Candidatos falsos. Pero el verdadero peligro no es la IA. Es nuestra pasividad ciudadana. Porque cada vez que compartimos sin verificar, estamos votando con el dedo.
Y entonces la pregunta es: ¿quién nos va a salvar?
Los medios deben cambiar. Las plataformas deben rendir cuentas. Pero sobre todo, nosotros tenemos que subir el nivel del debate. Dudar, contrastar, exigir transparencia. Porque si no, la democracia no va a morir con un golpe de Estado. Va a morir con un TikTok viral.
No se trata de tener la razón. Se trata de tener la voluntad de pensar.
Y eso, en un mundo diseñado para manipularnos, ya es un acto de resistencia.