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La “sana distancia” de los dioses

En una real imposibilidad, los hombres no han podido trascender la barrera que los separa de los dioses

En este momento, el distanciamiento social no está reservado para los introvertidos e inadaptados. La medida de sanidad se ha impuesto como una solución para salvaguardar a la humanidad.

De esta manera, es común conocer historias en las que el alejamiento causa tal impacto que cobra la vida de las personas. Día a día acontecen suicidios causados por la aplastante soledad, o totales quebrantamientos de la norma que conduce a infecciones en masa.

La distancia no es un asunto de juego. Ya sea porque se crea en ella, como porque se quebrante, pero se ha convertido en una realidad incuestionable. No obstante, el espacio entre dos individuos no es una imagen nueva en la historia de la humanidad.

Si bien es cierto que existe una enorme galería de enfermedades que han llevado a considerar estar lejos uno del otro, también hay otros motivos que los han obligado a guardar la distancia.

En una real imposibilidad, los hombres no han podido trascender la barrera que los separa de los dioses. Pasando por la historia del primero de todos, Prometeo fue castigado por compartir lo divino con sus hermanos.

Del mismo modo, Psiquis tenía prohibido conocer a Eros. Este último conoció a la humana un día y quedó prendado por toda la eternidad. Sin embargo, al ser una deidad, la única manera que tenía de ponerse en contacto con ella era la voz. Para desgracia de ambos, la insistencia de Psiquis por conocerlo llevó a Eros a presentarse en una forma que ella no pudo entender; motivo por el cual tuvieron que separarse para siempre.

Igualmente, las múltiples transformaciones  de Zeus eran un requerimiento para poder yacer junto a sus incontables consortes. Otro ejemplo es el del pueblo judío, el cual no puede ver a su dios hasta el día en que el juicio final llegue para redimir sus almas. Aparte, la cábala, el “manual” que explica cómo leer las sagradas escrituras, establece la prohibición de unir lo sagrado con lo humano.

En un último ejemplo, está la distancia entre Jesucristo resucitado y María Magdalena. La imagen del “uncido” que rechaza a su madre una vez convertido en divinidad, ha aparecido en el arte incontables ocasiones. Con su “Noli me tangere”, que literalmente quiere decir “No me toques”, la mayor de la distancia queda establecida.

Las representaciones del “Noli me tangere”, son imágenes que reflejan las palabras dichas por Jesucristo a María Magdalena después de su resurrección. De acuerdo al evangelio de San Juan, María Magdalena es la primera persona en ver a Jesús resucitado y referir que se ha alzado a los cielos.

Su desprecio por lo terrenal se suma a los ejemplos dados anteriormente, pero se maximiza al pertenecer a una de las religiones más importantes de la humanidad. Tanto es así que en la historia del arte hay imágenes ello que van desde Correggio hasta Picasso.

El común denominador es la figura de Cristo con atuendo o instrumentos de jardinería o cubierto con un sudario y con brazo extendido hacía una María Magdalena arrodillada que extiende sus brazos con intensión de tocar a un personaje ya inalcanzable.

Quizás a manera de aprendizaje, podríamos tomar la distancia entre un dios y un simple humano como una lección para nuestros tiempos.

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CAB

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