
Especialistas alertan que el exceso de planes, ruido y presión por disfrutar de las vacaciones puede saturar el sistema nervioso y afectar la salud emocional
Aunque las vacaciones suelen asociarse con descanso y bienestar, diversos expertos advierten que pueden convertirse en una fuente de agotamiento mental si se sobrecargan de actividades o expectativas poco realistas. Mariola Fernández, profesora de psicología, señala que muchos viajeros regresan más cansados de lo que se fueron, debido a la acumulación de estímulos y la presión de aprovechar cada minuto.
“Estar constantemente en ambientes sobreestimulantes, sin pausas reales, puede generar fatiga, irritabilidad o desconexión emocional. Nuestro cuerpo necesita silencio y espacios para descansar”, comentó Fernández. Además, subraya que idealizar el viaje o planearlo al extremo suele derivar en frustración cuando algo no sale según lo previsto. “Planificar lo esencial es útil, pero querer controlarlo todo puede quitar espontaneidad y disfrute”, añadió.
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No todas las personas viven las vacaciones del mismo modo. Algunas necesitan actividad constante, mientras que otras requieren más calma. La clave, según Fernández, es identificar qué reduce el estrés en cada caso. Para quienes tienen antecedentes de ansiedad, alta autoexigencia o dificultades para manejar imprevistos, el viaje puede transformarse en una carga. “Los síntomas pueden ir desde trastornos digestivos o insomnio hasta tristeza persistente o incomodidad generalizada”, explicó.
La especialista también advierte que muchos inician el periodo vacacional ya agotados emocionalmente, esperando que unos días basten para recuperarse. Sin embargo, “la mente necesita tiempo para desacelerar, y si el itinerario está saturado, ese descanso no llega”.
Como medidas prácticas, Fernández propone priorizar el bienestar personal sobre los mandatos sociales de “pasarla bien”. Respirar profundamente, caminar en silencio, improvisar y aceptar que no todo saldrá perfecto pueden marcar la diferencia. “No hay una obligación de estar feliz todo el tiempo. Escuchar nuestros ritmos también es salud emocional”, concluyó.
Estas observaciones coinciden con hallazgos de organizaciones internacionales. Un estudio de 2023 citado por la American Psychological Association reveló que 68 % de los estadounidenses sienten presión por disfrutar las vacaciones, lo que deriva en sensaciones de estrés, ansiedad o insatisfacción. Por su parte, la European Travel Commission reportó que uno de cada tres viajeros termina sintiendo que necesita “vacaciones de las vacaciones”, tras itinerarios sobrecargados o desplazamientos constantes.
En este mismo sentido, la Organización Mundial de la Salud ha reconocido la necesidad de personalizar las experiencias de descanso y validar distintas formas de disfrute. Esto cobra relevancia para personas con alta sensibilidad sensorial o condiciones como el trastorno de ansiedad, quienes podrían vivir como agobiantes situaciones que para otros son placenteras.
Recomendaciones como la práctica del mindfulness y la autorregulación emocional, respaldadas por publicaciones especializadas como el Journal of Travel Research, apuntan a reducir síntomas físicos y psicológicos relacionados con el estrés vacacional, incluyendo cefaleas, trastornos digestivos o insomnio.
Viajar con bienestar, concluyen los expertos, implica entender que el descanso no siempre se encuentra en hacer más, sino en hacer menos y mejor.