
Entre antojitos, tequila y fiesta mexicana, estas costumbres se repiten cada año… aunque todos sabemos que no deberíamos hacerlas.
La noche del 15 de septiembre es uno de los festejos más emblemáticos en México. El Zócalo se llena de banderas, las casas se adornan con papel picado y el aroma de pozole, pambazos y tostadas se mezcla con la música y los gritos de “¡Viva México!”. Sin embargo, junto a la alegría también surgen hábitos que, aunque reconocemos como riesgosos o inapropiados, casi todos repetimos.
Te puede interesar: Usar acitrón en chiles en nogada puede costar hasta 339 mil pesos de multa
Tradición que se convierte en exceso
Comer sin medida: la mesa se llena de platillos típicos: pozole, sopes, tamales y chile en nogada. Muchos empiezan con la intención de probar un poco y terminan repitiendo platos varias veces, lo que suele derivar en indigestión y el clásico arrepentimiento del día siguiente.
Mezclar bebidas: tequila, mezcal, cerveza y margaritas se combinan sin pensar en las consecuencias. Quien prueba varias en la misma noche suele pagar la factura al amanecer con una cruda inevitable.
Bailar en lugares improvisados: la música mexicana invita a mover el cuerpo, pero la “pista” a veces son la sala, la mesa o incluso un balcón. Los intentos de lucirse terminan en caídas o videos virales en redes sociales.
Pirotecnia sin cuidado: cohetes y luces de bengala dan ambiente a la fiesta, pero encenderlos sin precaución puede ocasionar accidentes. Aun así, es una práctica común en reuniones familiares y vecinales.
Olvidar que hay cámaras: entre risas y bailes, siempre hay alguien grabando. Lo que parece un momento privado termina en Instagram, TikTok o Facebook, mostrando gritos desafinados o caídas accidentales.
Promesas de madrugada: los ánimos patrióticos motivan a planear actividades imposibles, como asistir a desfiles muy temprano o dejar de beber. La realidad es que casi nunca se cumplen.
Gritos excesivos: el entusiasmo por el Grito lleva a muchos a alzar la voz a toda potencia, despertando vecinos a horas poco convencionales. Aunque todos sabemos que no se debería, el fervor patriótico hace que ocurra cada año.
En resumen, la noche del Grito es una mezcla de tradición, diversión y exceso; un momento para celebrar, pero también para recordar que algunas costumbres conviene moderar.
Con información de Excelsior







