
Más que un musical contemporáneo, La La Land es un tributo cuidadosamente tejido al cine clásico, repleto de referencias que muchos espectadores no advirtieron
Desde su llegada a la pantalla grande en 2016, La La Land no solo conquistó premios y corazones, sino que también se posicionó como una obra profundamente influenciada por la tradición del cine musical. Dirigida por Damien Chazelle y protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling, esta cinta se caracteriza por su estética vibrante y narrativa romántica, pero también por rendir homenaje a las joyas del cine hollywoodense de antaño.
Más allá de sus secuencias memorables y su música envolvente, la película funciona como un auténtico compendio de referencias visuales y temáticas a películas que marcaron la época dorada del musical. Algunas son evidentes; otras, apenas perceptibles para quienes no tienen el ojo entrenado. A continuación, te presentamos varios ejemplos de esos guiños que quizás pasaste por alto.
Uno de los más notables se da en la escena “A Lovely Night”, donde los protagonistas bailan al atardecer sobre una colina. La composición, los movimientos y el tono remiten directamente a los filmes de Fred Astaire y Ginger Rogers, como Top Hat y Shall We Dance, en los que el baile servía como lenguaje del amor.
Otro homenaje destacado se encuentra en el vestuario y puesta en escena que evocan Funny Face, cinta de 1957 protagonizada por Audrey Hepburn. En una escena de La La Land, Mia aparece con globos de colores, recreando una imagen icónica que remite a los jardines parisinos donde Hepburn posaba para una sesión fotográfica dentro de la trama.
La influencia de Singing in the Rain, considerado por muchos el mejor musical de todos los tiempos, está presente en varios aspectos técnicos y narrativos. Desde la elección de colores hasta el uso de escenarios artificiales y el énfasis en el espectáculo como crítica al propio cine, el tributo es claro. La transición entre lo real y lo onírico, tan marcada en el filme de 1952, también encuentra eco en las secuencias de fantasía de Chazelle.
También se nota la huella del estilo coreográfico de Bob Fosse, particularmente en la escena “Someone in the Crowd”, que recuerda el espíritu y la estructura del número “There’s Gotta Be Something Better Than This” del musical Sweet Charity. En ambas secuencias, el deseo de destacar y encontrar una oportunidad en el mundo del espectáculo se convierte en una fuerza colectiva y visualmente explosiva.
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En cuanto a referencias más sutiles, se incluye un plano donde aparece el personaje Pascal del cortometraje francés Le ballon rouge (1956), llevando su globo rojo. Es un breve pero significativo gesto que demuestra la atención al detalle del director y su aprecio por la historia del cine mundial.
No podía faltar el clásico rebelde por excelencia: Rebel Without a Cause. La primera cita entre Mia y Sebastian incluye una visita al cine Rialto para ver esta cinta protagonizada por James Dean. Posteriormente, se recrea la famosa visita al Observatorio Griffith, escenario clave tanto en ese clásico de los años 50 como en el desarrollo de la relación en La La Land.
Por último, hay un momento en que los protagonistas recorren los estudios de cine y pasan por el set de Casablanca. Este guiño, además de visual, se carga de simbolismo: el club de jazz que Sebastian sueña con abrir recuerda al Rick’s Café y su atmósfera romántica. El reencuentro final de los personajes en ese club, acompañado de una mirada que dice más que mil palabras, encapsula esa nostalgia que atraviesa toda la película.
La La Land es, en esencia, una carta de amor al cine, a los sueños que se persiguen y a las historias que se escriben en technicolor. Su grandeza radica no solo en lo que muestra, sino en todo aquello que deja como pista para quien quiera seguir el rastro de su inspiración.